A raíz del mayor apagón tecnológico mundial de la historia, los viajeros aéreos de todo el mundo experimentaron importantes interrupciones, siendo Delta Air Lines la que se llevó la peor parte de las cancelaciones.
Este acontecimiento sin precedentes, desencadenado por un problema de actualización de software que afectaba a los dispositivos de Microsoft, provocó el caos y la confusión en múltiples sectores a escala mundial.
A primera hora del lunes, cientos de vuelos estadounidenses se quedaron en tierra, lo que afectó especialmente a Delta, que se apresuró a reconectar sus operaciones. La calamidad tuvo su origen en un fallo de software que se propagó por sistemas esenciales para las operaciones de las aerolíneas.
Se registraron más de 800 vuelos cancelados y más de 1.500 retrasados. A pesar de los valientes esfuerzos de Delta, que incluyeron la pausa de todos los vuelos y cancelaciones sustanciales, el impacto generalizado de la interrupción tecnológica global ha dejado a los pasajeros desconcertados.
El consejero delegado de Delta, Ed Bastian, emitió una disculpa, haciendo hincapié en que la compañía está trabajando activamente para restablecer la normalidad. Sin embargo, el reto sigue siendo formidable.
Según FlightAware, Delta ya ha cancelado casi 4.500 vuelos desde que comenzó la crisis, lo que la convierte en la aerolínea más afectada.
Vuelos cancelados… y hospitales en crisis
El origen de este caos fue una actualización de software en los sistemas CrowdStrike, utilizados de forma generalizada por diversas instituciones.
El director general de CrowdStrike, George Kurtz, aclaró que no se trataba de un ciberataque, sino de un defecto de software. Aunque los ingenieros han trabajado sin descanso para resolver el problema, sus repercusiones aún se dejan sentir.
El sector del transporte no fue la única víctima. Los hospitales, los servicios de emergencia y las agencias gubernamentales se enfrentaron a importantes interrupciones.
En los servicios de emergencia, estados como Arizona y Alaska experimentaron cortes breves pero críticos en sus sistemas 911. Los sistemas hospitalarios, incluidos el Mass General Brigham y Penn Medicine, informaron de retrasos y procedimientos cancelados debido al mal funcionamiento del software.
Mientras la situación se estabiliza, Delta se enfrenta a un intenso escrutinio en relación con su respuesta y la compensación a los viajeros afectados.
El secretario de Transporte de EEUU, Pete Buttigieg, subrayó la necesidad de que Delta proporcione rápidamente reembolsos y alojamiento a los pasajeros que hayan sufrido inconvenientes.
Reiteró que los viajeros tienen derecho a reembolsos en efectivo en lugar de créditos o vales por los vuelos cancelados.
Aunque la crisis inmediata de Delta y otras aerolíneas empieza a remitir, la recuperación total no será instantánea. Los expertos destacan que reiniciar y restaurar miles de sistemas informáticos en numerosos lugares es una tarea compleja, que requiere una supervisión meticulosa y una mano de obra considerable.
Hoteles, oficinas gubernamentales y aerolíneas
Hoteles como Marriott International y algunas propiedades de Hilton han sufrido retrasos en el procesamiento de los pagos, lo que agrava aún más las frustraciones de los viajeros.
A pesar de la intrincada red de interrupciones, algunas aerolíneas, como Turkish Airlines y Jetstar Japan, informaron de la vuelta a la normalidad de sus operaciones tras resolver la interrupción tecnológica global.
Las implicaciones de este apagón tecnológico global se extienden mucho más allá de la industria de la aviación. Oficinas gubernamentales como la Seguridad Social y el Departamento de Vehículos a Motor, junto con los servicios de transporte público, se enfrentaron a interrupciones temporales.
La consecuencia financiera sigue siendo incierto, con predicciones de que los costes podrían superar los 1.000 millones de dólares.