Boeing, enredada en reveses financieros y controversias sobre seguridad, nombró este miércoles a Robert "Kelly" Ortberg como su nuevo director ejecutivo (CEO).
Este anuncio se produjo mientras la empresa informaba de unas pérdidas operativas básicas de $1.400 millones en el segundo trimestre, más del triple que en el mismo periodo del año anterior.
Ortberg, antiguo director ejecutivo de Rockwell Collins, sustituirá al jubilado Dave Calhoun el 8 de agosto. Ortberg promete rejuvenecer Boeing, un nombre venerable en la industria aeroespacial.
"Me siento sumamente honrado y agradecido de unirme a esta icónica compañía", declaró Ortberg. Se compromete a centrarse en la seguridad y la calidad junto a los 170.000 trabajadores de Boeing.
El nombramiento de Ortberg suscita esperanzas dentro de la empresa, y los observadores del sector destacan su formación académica. Licenciado en ingeniería mecánica y con una larga trayectoria en el sector aeroespacial, Ortberg empezó en Texas Instruments en 1983 antes de pasar a Rockwell Collins en 1987, donde escaló posiciones hasta convertirse en director general antes de retirarse tras la fusión con United Technologies en 2018.
El presidente de Boeing, Steven Mollenkopf, elogió a Ortberg como un líder experimentado conocido por crear equipos sólidos y gestionar proyectos de ingeniería complejos. “Esperamos trabajar con él mientras lidera a Boeing en este período trascendental de su larga historia”, dijo Mollenkopf.
Retos inminentes para la dirección de Ortberg
Incluso los críticos de Boeing ven potencial en el nombramiento de Ortberg. Robert Clifford, abogado que representa a las familias de las víctimas del accidente del 737 Max, reconoció que Ortberg llega en un momento crucial para la empresa.
"La llegada de un nuevo director ejecutivo a Boeing no podría haber ocurrido en un momento más necesario para la seguridad de los viajeros de todo el mundo”, señaló Clifford.
Ortberg se enfrenta a retos monumentales. Desde 2019, Boeing acumuló pérdidas operativas básicas por un total de $33.300 millones. El 737 Max, implicado en 2 accidentes mortales en los que murieron 346 personas, sigue siendo una mancha importante en el historial de seguridad de Boeing.
La empresa admitió fallos de diseño en los accidentes, lo que le costó más de $20.000 millones y una serie de reveses normativos.
Declaración de culpabilidad y problemas más amplios
Boeing aceptó recientemente declararse culpable de los cargos de que sus empleados engañaron a la Administración Federal de Aviación durante la certificación inicial del 737 Max.
Esta declaración de culpabilidad coloca a Boeing bajo la supervisión de un monitor nombrado por un tribunal para garantizar el cumplimiento de las normas de seguridad.
Además, salió a la luz informes de denunciantes que alegan malas prácticas y represalias contra los empleados que plantean problemas de seguridad. Boeing reducirá la producción del 737 Max hasta que satisfaga las exigencias de la FAA, lo que agravará los problemas financieros de la empresa.
Los obstáculos se extienden más allá de los aviones comerciales. El segmento de defensa de Boeing registró pérdidas de $913 millones el pasado trimestre, casi el doble de los $527 millones de pérdidas del año anterior. Los problemas afectaron a la nave espacial Starliner, que dejó varados a 2 astronautas en la Estación Espacial Internacional.
Para complicar aún más las cosas, los costes de los nuevos aviones Air Force One del Presidente se dispararon, sumándose a un proyecto que ya drenó más de $2.000 millones. El aumento de los gastos de ingeniería, relacionados tanto con los aviones Air Force One como con el Starliner, agravaron la tensión financiera de Boeing.
Las reacciones del mercado a los resultados trimestrales de Boeing hicieron bajar inicialmente los precios de las acciones. Sin embargo, estas (BA) subieron más de un 1% tras el anuncio de la selección de Ortberg.
A pesar de este modesto repunte, las acciones de Boeing siguen perdiendo un 28% en el año hasta el martes.