Juan Jara es la encarnación de lo que es ser hijo de una familia latina, en su caso peruana. Cualquier aspiración y objetivo que se dibuja en su horizonte incluye la condición de “no sin mis padres”. A ellos les debe estar aquí y lo que es: un exitoso y reconocido profesional de la banca local.
Desde hace siete años, Jara es principal vicepresidente y gerente de City National Bank para Washington DC, Virginia y Atlanta. Su trayectoria rompió aguas en Lima el día en que, por deseo de sus padres Mariano y Celina, se matriculó en la facultad de medicina; y, al mismo tiempo a escondidas de ellos, se inscribió en la carrera de economía, desde entonces sigue haciendo camino al andar en esta industria y en otras facetas.
“Siempre me han gustado y soy bueno con los números, pero también me atraía entender cómo podían progresar las familias y los pueblos aplicando conceptos económicos”, cuenta Jara, al tiempo que rescata de su memoria lo mucho que le atraía de niño ver la firma del tesorero de la nación en los billetes y para sus adentros se decía: “cuando sea grande yo quiero hacer esa firma”.
En medio de una ola de violencia terrorista y una crisis económica su familia emigró a DC. Lo de poner la rúbrica en los billetes quedó como una anécdota, pero lo cierto es que desde hace varios años la expansión de sucursales bancarias tiene el sello de Jara.

La franqueza y espontaneidad de Celina, madre de Juan Jara, no tuvo precio. “Quiero que le dé trabajo a mi hijo”, le pidió al director de la sucursal bancaria en Adams Morgan. El joven salió de allí con el empleo de cajero, gracias a que traía de Perú el inglés bien aprendido. Era el año 1993 y la familia acaba de aterrizar en esta área.
Los primeros 10 años gerenció sucursales, luego aprendió sobre la banca comercial, desde entonces expandir instituciones bancarias en los mercados locales es su trabajo. Su primer peldaño lo dio en First Horizon Bank.
La experiencia suma pero no es suficiente. Se necesita pasión y entrega y eso a Jara se sobran. “He tenido cientos de empleados, muchos de ellos inmigrantes y aún conservo esas relaciones. Estoy al tanto de sus crecimientos profesionales y de sus familias y cuando me piden ayuda allí está mi red de conexiones. Es lo más me gusta de mi trabajo”, dice.
Todo iba sobre ruedas hasta la debacle financiera del 2008. First Horizon Bank se fusionó con M&T Bank y Jara fue parte del plan para expandir la nueva entidad en el norte de Virginia, Montgomery y Prince George. Con ello sumó otro valor agregado a su currículum: el de experto en adquisiciones de instituciones financieras.
“Fueron años muy movidos y de entender que no es cuestión de cambiar el nombre de un banco por otro, hay que incorporar culturas, empleados y clientes. La banca es un mundo altamente competitivo y cambiante, hay mucho que aprender y enseñar cada día”, asegura Jara, mientras reflexiona que esa recesión en lo personal “fue su un gran momento de aprendizaje y de tener compasión, porque muchos perdieron el trabajo y sus casas y ni siquiera sabían por qué”.
Antes de llegar donde está, este profesional trabajó en Suntrust Banks, Chevy Chase Bank, First Horizon Bank, M&T Bank e Eagle Bank.
Al servicio de los hispanos
En el día a día de este economista de George Mason University no todo son citas, reuniones, conferencias y acuerdos de expansión bancaria. También está muy familiarizado con la comunidad empresarial y las organizaciones que fomentan las causas de los inmigrantes. Durante ocho años fue miembro del directorio de la Cámara de Comercio Hispana de Washington DC y sigue siéndolo. En el 2020, en medio de la pandemia, fue electo y reelecto presidente de esa junta y como dice el refrán: nunca un mar en calma hizo bueno a un marinero, Jara puso a flotar las velas de su experiencia en tiempos de tormenta. “Nos dimos cuenta que lo mejor que teníamos eran nuestros miembros que no nos abandonaron pese a la incertidumbre. Fue difícil pero ahora estamos mejor que antes”, asegura.

Además, continúa ligado al Latino Student Fund y a la junta directiva del Teatro Gala y en los tiempos de Lori Kaplan estuvo muy envuelto en los programas del Latin American Youth Center (LAYC).
A su red de contactos muchas veces la pone al servicio de a quienes más necesitan. “Estoy por graduarme y no conozco a profesionales latinos, porque en el día estudio y en la noche ayudo a mi mamá en el trabajo de limpieza”, le comentó a este ejecutivo un joven hispano
Jara tenía la llave de ese universo. Lo llevó a una reunión de la Cámara de Comercio Hispana de DC, donde está la crème de la crème del empresariado. “Juan, nunca he visto tantos latinos tan bien vestidos y tan bien educados”, le comentó el chico muy agradecido por esa experiencia.
“Luis -cuenta Jara- consiguió un buen trabajo y ayudó a su madre y eso es lo que más me gusta de lo que hacemos en la Cámara, no todo es negocios también es ayudar a los inmigrantes a lograr sus sueños”.
Ser un buen latino
Su familia, un grupo de amigos de esos que son para siempre y sus viajes son sus preciados bienes. Al son de la ópera le gusta de cocinar delicias peruanas para ellos; y, si queda tiempo, bailar salsa y bachata.
También es un infaltable del gimnasio para estar en forma. Su pasión por los viajes lo ha llevado por casi todos los continentes, “mi meta es conocer las siete maravillas del mundo ya solo me falta el Taj Mahal”, cuenta. Su última aventura fue México, quedó impresionado la amabilidad de su gente y se su comida.
Viajar, pero siempre volver a DC es parte del plan. “Aquí -dice- hay tecnología, arte, arquitectura, gastronomía y turismo. Es multicultural, tengo todo lo que necesito y eso me encanta”.
De todo lo importante lo más ineludible son los fines de semana con sus padres, en Arlington. Me encanta dedicarles tiempo a ellos, a mi hermana Úrsula y mis sobrinas”. Eso es la personificación de ser buen latino.
Yahilda, su abuela materna, aunque ya no está sigue viva en su recuerdo. De ella heredó su gusto por la ópera cuando de niño lo llevó a ver la Flauta Mágica de Mozart. Por eso y por todo el amor que le dio la tiene pagadita al espejo para que nunca se apague su huella.
