Un brote de COVID-19 impactó los Juegos Olímpicos de 2024 en París, afectando a al menos 40 atletas, entre ellos la destacada estrella del atletismo estadounidense Noah Lyles.
Maria Van Kerkhove, directora de preparación y prevención de epidemias y pandemias de la Organización Mundial de la Salud, afirmó el martes en una conferencia informativa que muchos países vieron un repunte en los casos de COVID, y que este incremento también se observó entre los atletas que participan en los Juegos Olímpicos.
Reglas menos estrictas en comparación con ediciones anteriores
Los deportistas que dieron positivo en COVID, como Lyles, continúan compitiendo sin restricciones.
A diferencia de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y los de Invierno en Beijing 2022, donde las medidas para prevenir la propagación del virus eran más rigurosas, este año se regresaron casi por completo a las normas previas a la pandemia.
Antes del inicio de los Juegos de París 2024, todos los protocolos de COVID fueron eliminados, y ahora se enfoca en tratar la enfermedad de manera similar a un resfriado o una gripe, según un artículo en la revista científica Scientific American.
Los atletas deciden cómo enfrentar el virus
Las autoridades permitieron que cada atleta y equipo determine cómo prefieren manejar o prevenir el virus.
Lyles, consciente de su resultado positivo, participó el jueves en las semifinales de los 200 metros. Solo lo comentó con su familia, su médico y sus entrenadores, dejando a sus compañeros de equipo sin información, según reportó USA Today.
"De todos modos iba a competir", declaró Lyles. "Si no lograba llegar a la final de los 200 metros, eso habría sido una señal para no competir".
Lyles terminó ganando una medalla de bronce, pero su participación generó un debate sobre cómo se está gestionando el COVID en estos Juegos Olímpicos, y las posibles consecuencias a medida que más atletas se vean afectados.
A pesar de las críticas internacionales surgidas tras el caso de Lyles, muchos atletas parecen restar importancia a la enfermedad, aceptando que el COVID es ahora una realidad con la que todos deben convivir, según The Washington Post