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Un plan para prohibir el aborto en todas partes

Los activistas esperan que el Departamento de Justicia de Trump criminalice el procedimiento, con o sin una prohibición federal

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El aborto se convirtió en un tema clave de cara a las elecciones de noviembre. Foto: (Ramsay de Give/The New York Times)

Este artículo es parte de “Si Trump gana”, un proyecto de The Atlantic que considera lo que Donald Trump podría hacer si fuera reelegido en noviembre.

Por Elaine Godfrey

El año 2022 fue triunfal para el movimiento antiaborto. Después de medio siglo, la Corte Suprema hizo lo que antes parecía imposible cuando anuló Roe v. Wade, despojando a los estadounidenses del derecho constitucional a interrumpir un embarazo. Ahora los activistas del movimiento se sienten más audaces que nunca: su próximo objetivo será poner fin al aborto legal en Estados Unidos de una vez por todas. Es poco probable una prohibición federal, que requeriría 60 votos en el Senado. Pero algunos activistas creen que hay una manera más sencilla: la aplicación por parte del Departamento de Justicia de Trump de una ley de obscenidad de 150 años de antigüedad.

Si Donald Trump es reelegido como presidente, muchos opositores prominentes al derecho al aborto exigirán que su Departamento de Justicia emita su propio memorando, reinterpretando la ley en el sentido exactamente contrario: que Comstock es una prohibición de facto al envío de medicamentos que podrían interrumpir un embarazo, independientemente de su uso previsto (esto se aplicaría al Servicio Postal y a transportistas privados como UPS y FedEx).

“El lenguaje es blanco y negro. Debe hacerse cumplir”, me dijo Steven H. Aden, director jurídico de Americans United for Life. Una interpretación más amplia de la Ley Comstock también podría significar que una persona que reciba pastillas abortivas estaría cometiendo un delito federal y, si es enjuiciada, podría enfrentarse a una pena de prisión. Los fiscales federales podrían presentar cargos contra los fabricantes de píldoras abortivas, los proveedores que reciben píldoras por correo o incluso personas individuales.

Las esperanzas de algunos activistas van incluso más allá. Su objetivo final al revivir la Ley Comstock es utilizarla para cerrar todos los centros de aborto “en los 50 estados”, me dijo Mark Lee Dickson, pastor de Texas y defensor antiaborto. Tomado literalmente, Comstock podría aplicarse para impedir el transporte de todos los suministros relacionados con abortos médicos y quirúrgicos, haciendo ilegal el envío de herramientas y medicamentos necesarios a hospitales y clínicas, sin excepciones para otros usos médicos, como la atención de abortos espontáneos. Condiciones que son fácilmente tratables con la medicina moderna podrían, sin acceso a estos suministros, poner vidas en peligro.

Los expertos legales dicen que la estrategia de los activistas podría, en teoría, tener éxito, al menos en llevar el asunto a las cortes. “Ya no es hipotético”, me dijo Mary Ziegler, profesora de derecho en la facultad de derecho de UC Davis. “Debido a que ya está en los libros, y no es ridículo interpretarlo de esta manera, [la posibilidad] no es nada descabellada”.

Con el tiempo, la Corte Suprema probablemente se enfrentaría a presiones para intervenir. Aunque la mayoría de los jueces de la Corte apoyaron las restricciones al aborto y decidieron revocar a Roe, no está claro cómo se pronunciarían en este caso en particular. Si defendieran la interpretación más amplia de la Ley Comstock, los médicos, incluso en estados sin prohibiciones, podrían tener dificultades para obtener legalmente los suministros que necesitan para practicar abortos y realizar otros procedimientos.

Esto es lo que quieren los activistas. La pregunta es si Trump accedería a sus demandas. Después de años de defender la causa antiaborto, el expresidente pareció dar un giro cuando culpó al extremismo antiaborto de los republicanos por el pobre desempeño del partido en las elecciones intermedias de 2022 (sólo una pequeña fracción de los estadounidenses está a favor de una prohibición total del aborto). Recientemente, se ha mostrado más moderado sobre el tema comparado con sus oponentes en las primarias, al condenar la prohibición del aborto de seis semanas en Florida y respaldar un compromiso con los demócratas.

Como presidente, Trump podría optar por no aplicar Comstock en lo absoluto. O podría ordenar a su Departamento de Justicia que aplique la ley con discreción, prometiendo castigar a los fabricantes de medicamentos y Planned Parenthood en lugar de los individuos. Es difícil estar segura de cualquiera de estos posibles resultados: Trump siempre ha estado más interesado en apaciguar a su base que en alcanzar a los estadounidenses que se encuentran en el centro ideológico. Bien podría estar a favor de aplicar agresivamente la Ley Comstock, para seguir jactándose, como lo ha hecho en el pasado, de que es “el presidente más provida en la historia de los Estados Unidos”.

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