Meta decidió deshacerse de sus fact-checkers externos después de nueve años, y no es una movida inocente. Con la posible vuelta de Trump a la Casa Blanca, la compañía está apostando por un sistema de “community notes” al estilo de X, justificando que las verificaciones externas son lentas y “censuran contenido inofensivo”.
Sí, sí, lo que ellos digan, pero el mensaje es claro: Meta prefiere evitar roces políticos antes que seguir jugando a ser el árbitro de la verdad.
De los fact-checkers a la sabiduría de las masas (o eso dicen). El nuevo sistema permitirá que los usuarios añadan contexto a publicaciones potencialmente engañosas, reemplazando las advertencias por comentarios generados por la comunidad.
¿El problema? Dude, this is the internet. La misma gente que cree en teorías conspirativas ahora podrá “aclarar” un post. Meta lo vende como un paso hacia la democratización de la verificación, pero parece más una jugada para esquivar problemas con políticos incómodos.
¿Coincidencia o estrategia calculada? El momento del cambio tampoco parece casualidad. Dana White, presidente de UFC y amigo cercano de Trump, acaba de unirse a la junta directiva de Meta, mientras que Joel Kaplan, conocido por sus lazos con los republicanos, lidera los asuntos globales de la compañía.
Todo apunta a que Meta está construyendo puentes hacia un escenario político menos regulado, con menos control sobre la desinformación. En otras palabras, Zuckerberg está ajustando la narrativa para que, cuando llegue la próxima administración, no le agarren en fuera de juego.