“Sin los cuidados, educación, atención y cariño que le dan a mi niña en CentroNía yo no podría trabajar y tendría que quedarme a cuidar de ella en casa”, dice Doris Navarrete, administradora de una cafetería escolar.
Para esta madre de familia, las maestras parvularias son como una extensión de ella misma en las horas que no puede estar con su hija. También son una tabla de salvación para su bolsillo, porque solo paga 185 dólares mensuales por el cuidado de Briceida.
Para mejorar los salarios de las maestras de educación temprana, que tienen una licenciatura, credenciales y experiencia, hace dos años se creó el Fondo de Equidad Salarial (Early Childhood Educator Pay Equity Fund). El primer año ese fondo al fin hizo justicia con las más cuatro mil educadoras, pero el año pasado se eliminó del presupuesto y el concejo lo reestableció tras arduas negociaciones.
“Este año no sabemos si ese fondo se incluirá en el presupuesto de la Alcaldía, pero entre las maestras hay temor de que sus ingresos se vean disminuidos”, dijo Beatriz (BB) Otero, presidenta de Otero Strategy Group, para quien los más perjudicados son los niños de las familias de bajos ingresos y las maestras, en su gran mayoría mujeres afroamericanas, latinas y de otros países africanos.

Innumerables estudios demuestran que la educación temprana asegura una exitosa transición de la guardería al kindergarten, de eso se encargan las maestras y asistentes parvularias.
Las educadoras tempranas, dice Myrna Peralta, presidenta y directora ejecutiva de CentroNía, facilitan que las madres de familia no renuncien a sus empleos o dejen sus estudios para atender a sus niños. La ausencia de cuidado infantil es la razón principal por la cual las mujeres no regresan al trabajo.
“El 90% de la fuerza laboral de cuidado infantil la componen mujeres de color y muchas de ellas son inmigrantes, trabajan con salarios bajos y ya era hora de garantizarles una paga digna”, agregó Peralta. CentroNía cuida y educa a 800 niños.
En el 2018 se aprobó una legislación para proteger el cuidado y educación de los niños de cero a tres años. Para eso se fijó un impuesto a quienes ganan más de 250 mil dólares anuales.
“En el 2022 entró en vigencia el aumento, pero en el 2023 se eliminó y tuvimos que hacer un intenso trabajo de abogacía para que lo pongan de vuelta. El próximo abril tenemos miedo de que reduzcan o eliminen el fondo. No me gustaría ver que cada año las maestras tengan que salir a la calle a pelear por sus salarios”, dijo Otero.
La administración no presentará el presupuesto al Concejo sino hasta comienzos de abril, sin embargo, según fuentes de Washington City Paper, ya se está discutiendo el plan de gastos del 2026 y la eliminación del fondo.
El portavoz de la alcaldía, Kevin Donahue, en un comunicado que le envió a finales de diciembre a ese medio digital aseguró que “aunque estamos en las etapas iniciales de la elaboración del presupuesto para el año fiscal del 2026, habrá decisiones difíciles que tomar, porque los ingresos están estancados mientras el gasto aumenta”. No aclaró si específicamente se está abordando el futuro de este fondo.

¿Hay un componente racial?
La eliminación de este fondo, por ahora, solo son rumores, pero algunas maestras creen que “cuando el río suena piedras trae” y eso les preocupa. “Las guarderías venían pagando salarios mínimos y demandando estándares elevados. Mínimo hay que tener un diploma asociado (BA en inglés) y mejor una licenciatura; uno invierte dinero y tiempo en entrenamientos, pero el sueldo era el mismo. Con el fondo nos mejoraron y si nos lo quitan será un impacto negativo. Por muchos años gané el mínimo y me las miraba bien difícil llegar a fin de mes, gracias al aumento mis ingresos mejoraron”, señaló Elida Monge.
Al igual que Monge, Alicia Galván-Flores no entiende por qué los políticos y la sociedad ven que ser maestra infantil es solo cambiar pañales. “Piensan que por ser mujeres estamos hechas para este trabajo y no es así. En educación temprana no se puede aterrizar sin preparación, pero los beneficios son malos. Tengo 23 años de experiencia y una de las pocas buenas noticias fue la aprobación del fondo de 70 millones de dólares para completar nuestros salarios”. Ese incremento le sirvió para cubrir el costo de un tratamiento dental que lo venía postergando por falta de dinero.
Galván-Flores aseguró que muchas educadoras que están hablando de abandonar la profesión en tiempos difíciles para encontrar personal calificado, eso lo comentó sin dejar al margen su convencimiento de que la inequidad salarial tiene un “componente racial, porque somos mujeres negras, latinas y del medio oriente”.
Las maestras parvularias se aseguran que los niños tengan una dieta equilibrada, descubran y desarrollen sus habilidades, aprendan matemáticas y socialicen. “Somos las primeras en detectar sordera, autismo o déficit de atención y trabajamos con las terapistas para tratar a tiempo a esos niños. Lo hacemos con amor, pero necesitamos que también nos reconozca porque tenemos familias que sacar adelante”, agregó Monge, maestra del centro de inmersión al español Mana.
Innumerables educadoras tempranas tienen otro trabajo cuidando niños en las noches y en los fines de semana porque el salario no alcanza, “por eso cuando se aprobó el fondo además de un alivio económico fue un aliciente emocional al ver que nuestro trabajo es reconocido”, dijo Galván-Flores educadora del Georgetown Law Early Learning Center.
El fondo trajo dividendos para DC

Dos años después de los primeros pagos de equidad temprana, Doris Navarrete a diario ve los beneficios en su hija. “Siento que las maestras de CentroNía están más entregadas y mi niña de tres años ha aprendido mucho inglés, está muy vivaracha y sociable”.
Los resultados económicos también son cuantificables. Según el informe de Owen Schochet, analista de Mathematica, el fondo de equidad el año pasado incrementó el empleo en el sector de cuidado infantil en Washington DC en casi un 7%, lo que equivale a 219 maestras adicionales y generó un beneficio neto de $12.5 millones o un retorno de inversión del 23%.
Eso lo confirma Peralta, quien asegura que fue posible atraer y retener a maestras capacitadas. “Sin ese fondo, la inestabilidad será será tremenda e injusta”, puntualizó al tiempo que elevó su descontento por someter a las maestras a esta incertidumbre, mientras se está pensando en construir un nuevo estadio.
Para Otero, DC es líder nacional en mejorar las condiciones de los maestros de las escuelas públicas, pero falta la misma justicia laboral con las parvularias que, por lo general, son las únicas que mantienen a sus familias y dejan a sus propios hijos para educar a los de otros.