El maratón Trump no termina aquí: el presidente arrancó su segundo mandato declarando una "emergencia energética nacional". Prometió intensificar la explotación de petróleo y gas para bajar precios y exportar energía, dejando claro que “perforar” será su lema. O mejor dicho, “drill, baby, drill”.
Además, anunció el fin del Green New Deal y el “mandato” de vehículos eléctricos, aunque este último nunca obligó a nadie a comprar EVs, solo regulaba las emisiones de los autos nuevos.
Adiós al Acuerdo de París (otra vez). Como lo prometido es deuda, Trump retiró a EEUU del Acuerdo de París, argumentando que ahorrará al país “un billón de dólares”. Este tratado, clave para limitar el calentamiento global, fue ratificado en 2015 y reforzado por Biden en su mandato.
Ahora, con otra retirada, los compromisos climáticos de EEUU, como reducir más del 60% de las emisiones para 2035, parecen quedar en el aire, tanto como cualquier gas contaminante que puedas imaginar.
La balanza energética se inclina. Trump también planea reactivar proyectos de exportación de gas natural licuado que Biden había pausado, apostando por convertir a EEUU en un líder absoluto en energía fósil.
Mientras tanto, las tensiones entre la industria y los reguladores continúan creciendo, lo que marca un cambio drástico que podría redefinir el papel del país en la lucha contra el cambio climático.