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Cómo comunidades de Miami encontraron soluciones climáticas con un modelo de participación comunitaria

Joanna Lombard, arquitecta, profesora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Miami y autora de los libros Great Houses of Florida y The Historic Landscape of Florida Credit: Carlos Muñoz

¿Cómo lograr soluciones climáticas con la participación de comunidades hiperlocales diversas? Esa es la pregunta de la que partieron los investigadores del proyecto “Hyperlocalism: Transforming the Paradigm for Climate Adaptation study” (Hiperlocalismo: transformando el paradigma de la adaptación climática), un método de investigación diseñado e implementado entre 2019 y 2021 por investigadores de la Universidad de Miami para la planificación de la adaptación urbana.

La premisa fue conseguir respuestas bajo el entendido de que “no hay una solución climática única para Miami” por las condiciones que caracterizan a la ciudad: su microgeología, sociología hiperlocal y la naturaleza porosa del suelo, explica la arquitecta y profesora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Miami, Joanna Lombard.

“Nuestro enfoque era que las personas que viven en los vecindarios tienen el mejor conocimiento sobre sus propias comunidades. Así que reunimos datos sobre salud pública, el entorno, geología y ciencias climáticas para entender el panorama general del cambio climático y los detalles específicos de cada vecindario”, añade.

Con el método, en el que se usaron dos herramientas de ciencias sociales —el design thinking y el photovoice—,  los investigadores y las comunidades se plantearon revertir una tendencia: la imposición y construcción de soluciones de espaldas a la comunidad.

El design thinking es una metodología centrada en el ser humano que busca resolver problemas mediante la empatía y la creatividad. El photovoice, en tanto, es una herramienta que utiliza la fotografía para documentar y fomentar la acción comunitaria.

“En muchas áreas afectadas por el calentamiento global— como las comunidades costeras — la adaptación desde el lado gubernamental se ve como un grupo de expertos externos que llegan, analizan la comunidad y luego asesoran sobre lo que se necesita hacer”, expone Gina Maranto, exdirectora de Ciencia y Política de los Ecosistemas de la Universidad de Miami y una de las coautoras del estudio.

El resultado son soluciones que no están adaptadas a las necesidades de estos vecindarios, subraya.

“Entre una cuadra de un lado de Brickell boulevar puedes tener un conjunto de circunstancias demográficas, y al cruzar ese amplio boulevard, encuentras otro conjunto de circunstancias completamente diferentes: las personas en esos vecindarios están siendo impactadas por el cambio climático de maneras muy distintas, incluso si están justo al lado”, agrega Maranto.

Muestra de Photovoice en Homestead. Archivo: Universidad de Miami

La aplicación de la metodología, con la participación de funcionarios del condado de Miami-Dade y socios locales, arrojó diferencias en la percepción de riesgos y problemas entre las comunidades, así como discrepancias entre las soluciones propuestas por los vecinos y los datos geoespaciales que con frecuencia guían la planificación de adaptación de infraestructura en la región.

Para los investigadores, esto sugiere que un uso más amplio de métodos con participación comunitaria podría mejorar las respuestas gubernamentales de adaptación al clima.

La metodología

El proyecto fue propuesto por la Universidad de Miami y financiado por el Laboratorio de Conocimientos Integrados de la Universidad de Miami  y por AT&T Argonne Labs. Una vez otorgado el financiamiento, el siguiente paso fue decidir las comunidades que participarían en el estudio.

Para seleccionar las comunidades, Little River y Homestead, el equipo consultó con defensores comunitarios de The CLEO Institute y Catalyst Miami, así como con representantes de las Oficinas de Resiliencia de la Ciudad de Miami y del Condado de Miami-Dade, así como con representantes de Parques, Recreación y Espacios Abiertos de Miami-Dade.

Modelo de la primera fase del proceso de investigación y participantes involucrados. Fuente: Hylo, Universidad de Miami

Luego se amplió el proyecto a Liberty City, Allapattah y Overtown, comunidades históricas de Miami marcadas por una rica herencia cultural afroamericana y latina, pero también por desafíos socioeconómicos.

En alianza, participaron Miami-Dade Parks, la oficina de resiliencia de Miami-Dade, la oficina de resiliencia de la ciudad de Miami, CLEO Institute y Catalyst Miami, organizaciones locales con amplio trabajo tanto en Little River como en Homestead.

Debido a la pandemia, todas las reuniones tuvieron que ser virtuales a través de la aplicación Zoom. Todos los grupos compartieron sus visiones de su comunidad a través de Photovoice y propusieron soluciones para los retos que identificaron utilizando el design thinking. Ninguna de las ideas fue descartada en principio. Todas fueron incluidas en una matriz, y luego cada grupo comunitario, utilizando una matriz de impacto/esfuerzo, seleccionó las ideas más prometedoras e hizo una presentación a la ciudad, los socios y el condado.

A partir de ahí, algunos proyectos se llevaron adelante. Por ejemplo, una comunidad quería plantar árboles en Little River Park — en Homestead—, y un funcionario del programa "Millones de Árboles en Miami" dijo que eso se podía lograr. Y se hizo.

Otras anécdotas permitieron comprender el impacto de los árboles en la comunidad, entre otros aspectos. Una residente de Overtown comentó cómo en su infancia, caminar tramos por el vecindario, les permitía alimentarse de matas de mango o aguacates que había en el vecindario. Muchos de estos árboles fueron cortados porque sus frutos caían sobre los vehículos.

“Estas historias fueron extremadamente poderosas”, recuerda la profesora Lombard.

Algunos desafíos climáticos

Gina Maranto, periodista y una de las líderes del proyecto, apunta que el modelo tiene dos limitaciones: el financiamiento y el tiempo. “ En nuestro programa, compensamos a los participantes. Y cuando se trata de comunidades realmente vulnerables, tanto en términos de vulnerabilidad climática como económica, es importante compensarlos”.

Pero hay otro dato que no compra el dinero, pero quizás sí el tiempo: la confianza. “No importa cuánto dinero tengas, no puedes crear esa relación de confianza de inmediato. Requiere tiempo. No puedes simplemente llegar y decir: ‘Aquí estamos. Queremos escuchar sus problemas y esperar que las personas te cuenten”.

Ese tiempo es un costo que Lombard asegura que vale la pena tomar. “No esperaríamos, por ejemplo, ir al médico y que simplemente mire un montón de exámenes y diga: ‘Bueno, estas son las 10 cosas que tienes que hacer’, sin hablar contigo, sin saber cómo es tu vida. Lo mismo aplica a los lugares. Nuestra perspectiva es que esas personas con experiencia vivida deberían estar en el centro de la conversación y ser empoderadas. Deberíamos tratarlas como tratamos a los clientes privados”, insiste.

Otros beneficios

Para Kate Hagemann, quien estuvo durante el proyecto en la oficina de adaptación y resiliencia del condado de Miami-Dade, el mayor beneficio del enfoque fue reunir a los residentes con quienes tenían el poder de cambiar sus problemas.

“Y, como ocurre con la mayoría de las personas, cuando escuchas una historia sobre lo que alguien está atravesando en sus propias palabras, la mayoría querría solucionarlo. Así que ayuda a conectar directamente los impactos humanos y la urgencia con quienes tienen alguna capacidad para cambiarlo", señala.

Hagemann, quien ahora es Climate Adaptation and Resilience Planner en San Rafael (California), apuntó que en términos de gobierno y viabilidad destaca la intermediación de la universidad como un canal para mediar y hacer preguntas abiertas, sin comprometer a las autoridades locales.

“Porque, por ejemplo, cerca del gobierno local o incluso el mismo gobierno local, si yo entrara a una sala con 10 personas y dijera, cuéntenme sus problemas. ¿Qué les gustaría cambiar? Puede ser complicado porque podrían mencionar 10 cosas y no tienes la capacidad de cambiarlas todas, lo que crea un desincentivo para querer preguntar”.

Por explorar otras soluciones

Por las entrevistas que se hicieron después, saben que el proyecto funcionó. Sin embargo, Maranto sugiere que — si hay el financiamiento suficiente— se haga una evaluación cuantitativa más grande.

“Tenemos muchas razones cualitativas para pensar que este es un buen método y que podría aplicarse en cualquier situación hiperlocal.  Sabemos eso gracias a entrevistas pre y post con los participantes”, remarca.

Por ejemplo, sugiere, podría aplicarse para otros análisis. No solo cambio climático, también trata de personas, uso del reciclaje o cualquier otro tópico que se quiera abordar.

Maranto, ahora jubilada de la Universidad de Miami, ha estado tratando de replicar el modelo en Virginia, donde ahora reside, pero reconoce que — en algunos lugares — puede significar competir con otros modelos que se están probando en otras ciudades para tomar decisiones climáticas.

La profesora de arquitectura Lombard, y también autora de los libros Great Houses of Florida y The Historic Landscape of Florida, enfatiza que la visión de la universidad es compartir de manera gratuita estos recursos y aprendizajes metodológicos.

“Creemos que este es un buen proceso. Sabemos que es más intensivo en mano de obra, pero sentimos que cambia el paradigma tradicional donde el consultor experto trae el material y la comunidad reacciona”, agrega Lombard.

La Universidad de Miami ofrece capacitaciones, presentaciones, guías para facilitadores y hojas de trabajo. Lombard advierte que, en caso que quienes lo adopten sean las ciudades, probablemente necesitarán presupuesto para pagar facilitadores, estipendios para miembros de la comunidad, y análisis de datos.

“El desafío es que este enfoque es más lento y requiere mayor inversión de tiempo y recursos que los métodos tradicionales. Pero creemos que vale la pena porque construye comunidades más fuertes y fomenta la participación activa, ayudando a que las personas vean que también pueden liderar y ser parte del cambio.”

Este reportaje cuenta con el apoyo de Solutions Journalism Network, una organización sin ánimo de lucro dedicada a informar de forma rigurosa y convincente sobre las respuestas a los problemas sociales

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