El interés por los psicodélicos no es nuevo; desde el siglo pasado generaron intriga, debates y, sí, bastante polémica. Tras décadas en un limbo científico, vuelven a ser estudiados con rigor, especialmente por su posible conexión con problemas de salud mental como la depresión y el trauma. ¿Son herramientas útiles para la salud o simples reliquias de un experimento social? Este viaje no tiene respuestas fáciles, pero abre preguntas fascinantes.
La historia prohibida de los psicodélicos
Antes de que fueran demonizados, psicodélicos como la psilocibina y el LSD prometían mucho en la medicina. Albert Hofmann, el químico que inventó accidentalmente el LSD, comenzó a estudiar sus efectos en los años 40. Décadas después, la conocida “droga mágica” empezó a usarse en terapia para tratar desde depresión hasta adicciones.
Pero la fiesta duró poco. En los años 70, y con Estados Unidos liderando la caza de brujas psicodélica, el presidente Richard Nixon lanzó su famosa guerra contra las drogas. Investigar estas sustancias quedó prácticamente prohibido. Nixon justificó la cruzada como una defensa moral, pero en palabras de Michael Pollan, autor de Cómo cambiar tu mente, “se trató más de una guerra cultural que de salud pública”.
Los años de prohibición golpearon fuerte; el LSD se ilegalizó en 1966, y las investigaciones científicas casi desaparecieron. La frase de Nixon de que Timothy Leary, pionero en el estudio de la psilocibina en Harvard, era "el hombre más peligroso de América" da una idea de cuánto miedo generaron estas sustancias.
Los métodos de Leary generaron críticas por su poca rigurosidad científica y las implicaciones éticas al utilizar psicodélicos con estudiantes, lo que contribuyó a su despido en 1963. Este polémico episodio marcó uno de los primeros grandes escándalos relacionados con la investigación de psicodélicos en Estados Unidos.
Sin embargo, cuando las investigaciones científicas revivieron en los años 90, las sorpresas no tardaron en llegar. Hoy, la FDA aprobó variantes de psicodélicos como la ketamina para casos de depresión severa, mientras el MDMA evidenció su efectividad para tratar el trastorno de estrés postraumático (PTSD)con más éxito que cualquier medicamento típico.
Psilocibina, LSD y otros trucos cerebrales
No todos los psicodélicos son iguales, y sus diferencias resultan tan fascinantes como sus efectos. David Erritzoe investigador en el Imperial College London explicó en entrevista a El País que se diferencian de manera clave entre “psicodélicos clásicos” como LSD, psilocibina, y mescalina; y los “atípicos” como MDMA y Ketamina, que trabajan en sistemas cerebrales radicalmente diferentes.
Psilocibina | LSD | MDMA (éxtasis) | Ketamina |
- Su origen está en hongos mágicos y afecta receptores de serotonina (5-HT2A, para ponernos técnicos). - Su efecto es como ajustar la sintonía de tu radio mental, mejorando la flexibilidad cerebral. Según un estudio en Neuroscience & Biobehavioral Reviews (2022), sus beneficios en casos de depresión resistente pueden durar hasta un año. - Requiere sesiones clínicas específicas, con terapeutas que te ayudan durante el viaje y después. | - Trabaja muy parecido a la psilocibina, pero sus efectos suelen ser más duraderos. - Ideal para combatir patrones rígidos y pensamientos obsesivos, según investigaciones de Weill Cornell Medicine, 2022. | No es un clásico, pero proporciona estados de conexión emocional únicos. De hecho, en estudios clínicos, pacientes con PTSD reportaron procesar traumas con menos miedo y claridad emocional. Una sesión ayudó más que años de notitas adhesivas con “todo va a estar bien”. | De anestésico quirúrgico a superhéroe psiquiátrico, su uso cautivó a médicos. Tiene aprobaciones oficiales y, según erritzoe, podría ser un camino a terapias menos riesgosas. |
Reconfigurando tu cabeza… y tu vida
El mayor encanto de los psicodélicos no solo está en cómo afinan las conexiones neuronales, sino en los cambios que impulsan en la psique. Pollan describe cómo estas experiencia pueden “romper barreras emocionales” y generar momentos de revelación que los pacientes no olvidan. Los ensayos con MDMA resultaron reveladores. Pacientes con PTSD reportaron que al usar esta sustancia, sus traumas se convirtieron en algo tangible, algo que pudieron enfrentar en lugar de evitar. Esta capacidad de facilitar el procesamiento emocional profundo permitió que muchos dejaran atrás miedos paralizantes.
Las sustancias como la psilocibina incluso reconcilian a pacientes terminales con su mortalidad. Un estudio publicado en ScienceDirect (2022) documentó cómo estas personas perdieron el miedo a la muerte tras sesiones supervisadas. ¿Qué tan poderosa debe ser una experiencia para cambiar tu perspectiva sobre el final de la vida?
Además, los psicodélicos no son tímidos para dejar efectos permanentes. Personas que los tomaron en ambientes controlados reconocieron sentirse más conectadas con el universo, menos centradas en sí mismas y hasta más creativas. Con todo esto, la ciencia no exagera cuando dice que estas sustancias no solo te hacen trippear, sino que pueden transformar la relación contigo mismo.
Lo irónico de las drogas legales
Si el estigma hacia los psicodélicos te genera indignación, espera a conocer las cifras de las drogas permitidas.
- El tabaco mata a más de 480,000 personas al año en Estados Unidos.
- El alcohol no se queda atrás, con 178,307 muertes entre 2020 y 2021 causadas por consumo excesivo.
- Comparativamente, las muertes por sobredosis de todas las drogas ilegales juntas, incluyendo fentanilo, cocaína y heroína, sumaron 107,941 en 2022 (CDC, 2022).
- Además, datos publicados en 2024 por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) muestran una caída del 10.6% en las muertes por sobredosis.
Lo paradójico no termina ahí. Milton Friedman, ese economista que nunca se mordió la lengua, calificó a la prohibición de drogas como “un desastre moral”. Explicó cómo políticas prohibitivas llevaron no solo a muertes evitables, sino a la creación de drogas aún más dañinas, como el crack. Según él, sin la guerra fallida contra las drogas, esas variantes no habrían salido a la luz.
“Fue la desesperación de hacer la droga más accesible y barata lo que llevó a la creación de algo mucho más peligroso”,
destacó el Cato Institute.
Muertes por psicodélicos: un riesgo raro
Aunque las muertes relacionadas con el uso de psicodélicos son mínimas en comparación con otras sustancias, sí se han registrado casos documentados, principalmente debido a accidentes traumáticos o al uso combinado con otras drogas.
Potencial terapéutico según la sustancia
Cada psicodélico se perfila como ideal para resolver problemas específicos. La psilocibina, por ejemplo, llegó para rescatar a quienes no encuentran alivio en los tratamientos tradicionales para depresión. Pero no esperes que cualquiera te la recete en casa. Este compuesto se administra en entornos clínicos controlados, donde especialistas guían al paciente, desde la preparación inicial hasta la integración emocional posterior.
Erritzoe se refiere a estos compuestos como “desbloqueadores” de patrones mentales. Según él, la gente inmersa en ciclos destructivos de adicción o depresión siente por primera vez en años que pueden reconectar con sus emociones y con el mundo. Ese reset mental persiste incluso cuando la droga abandonó el sistema, haciendo que los psicodélicos sean algo más que una solución momentánea.
La ketamina, por su parte, saltó de los quirófanos, donde se usa como anestésico, al gabinete psiquiátrico moderno. Su trayectoria médica garantizó que sea una opción segura, aunque los estudios muestran que incluir apoyo psicológico mejora, e incluso amplifica, sus efectos terapéuticos.
Entre promesas y desafíos
No todo es de color arcoíris en el mundo de las terapias psicodélicas. Su implementación a gran escala enfrenta serios obstáculos. Los expertos advierten que la terapéutica psicodélica requiere un acompañamiento profesional riguroso. Malos usos, contextos sin preparación o incluso antecedentes familiares de psicosis pueden convertir una experiencia profunda en algo traumático.
Además, el costo y despliegue masivo son obstáculos reales. Robert Malenka, investigador en Stanford, alertó que estas terapias demandan sesiones largas e intensivas. Dos terapeutas supervisando una o dos sesiones de varias horas no es sostenible a gran escala. Podemos resumirlo en:
- Riesgos psicológicos: si no existe buena preparación o guía, las experiencias pueden ser aterradoras y causar más daño.
- Escalabilidad costosa: según Malenka, los altos costos al escalar tratamientos limitan la accesibilidad inmediata.
- Abusos potenciales: en particular con sustancias como MDMA, que activan redes neuronales ligadas a adicciones.
Los psicodélicos ya no son los villanos de antaño, pero sus promesas terapéuticas deben abordarse con la dosis justa de optimismo y precaución. Estos compuestos ofrecen una forma revolucionaria de aliviar el sufrimiento humano, especialmente cuando los métodos tradicionales fracasan. Pero, al igual que con el bisturí en cirugía, lo importante no es solo tener la herramienta, sino saber cómo usarla. Si la ciencia logra equilibrar el inmenso poder de estos medicamentos con su correcto manejo clínico, el renacimiento psicodélico podría marcar el inicio de una nueva era en salud mental.