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Microplásticos invaden cerebros humanos: niveles aumentan 50% en 8 años

La mayor parte de los microplásticos llega al organismo por los alimentos.

Microplásticos/Foto por captura de pantalla Eduardo Negrín en YouTube

Un equipo de la Universidad de Nuevo México reveló que los cerebros humanos están acumulando microplásticos a niveles alarmantes. Las concentraciones de estas partículas diminutas aumentaron 50% en solo 8 años, según lo afirmado por científicos de la Universidad de Nuevo México.

¿Qué son los microplásticos?

Estos fragmentos tienen menos de 5 milímetros de tamaño, pero su verdadero problema radica en los que son aún más pequeños, en la escala de nanómetros, con dimensiones equivalentes a 2 o 3 veces el tamaño de un virus. Provienen de objetos cotidianos como botellas, envases y textiles sintéticos, y terminan en el aire, el agua y los alimentos. Según el estudio publicado en Nature Medicine, en cada cerebro analizado se detectaron microplásticos, siendo más frecuentes los compuestos como el polietileno, ampliamente utilizado en envases y bolsas de plástico.

Un crecimiento alarmante

La investigación tomó muestras de cerebros donados al Instituto de Investigación Forense de Nuevo México entre 2016 y 2024. Los resultados no dejaron espacio para el optimismo. El 2024 presentó una media 50% mayor de acumulación de plásticos en comparación con 2016, señaló Matthew Campen, director principal del estudio.

Los niveles en cerebros humanos rondaron los 7 gramos por persona, equivalente al peso de una cucharita de plástico.

Campen explicó que este incremento refleja cómo la producción masiva de plásticos crece sin pausa, duplicándose cada 15 años. "Esta tendencia debería preocuparnos a todos. Nadie está contento con la idea de tener plásticos en su cerebro", afirmó el toxicólogo en charla con CBS News.

Microplásticos y la barrera cerebral

Estos materiales no solo se quedan en los tejidos más accesibles. Una de las sorpresas fue descubrir que logran cruzar la barrera hematoencefálica, una frontera celular que protege al cerebro de toxinas externas. Las formas punzantes y afiladas de estos plásticos, visibles al microscopio electrónico, podrían estar bloqueando pequeños vasos sanguíneos o alterando la comunicación neuronal.

Más preocupante aún resultó el hallazgo de niveles hasta diez veces mayores en cerebros de personas con diagnósticos de demencia, informó el equipo a The Washington Post. Aunque no pudieron confirmar que los microplásticos causen la enfermedad, reconocieron que las condiciones de estas personas podrían favorecer la acumulación.

La ruta de los plásticos hacia el cerebro

La mayor parte de los microplásticos llega al organismo por los alimentos, especialmente aquellos de origen animal, explicó Campen. Este resultado coincide con investigaciones previas que detectaron altas concentraciones de estos materiales en carnes compradas en supermercados. Se plantea que los plásticos se acumulan en el agua contaminada empleada para el riego, las plantas los absorben, y a través de los animales que las consumen, estos fragmentos terminan en nuestros platos.

Además, muchos microplásticos quedan atrapados en las capas de grasa que envuelven las neuronas, afectando la transmisión de señales eléctricas en el cerebro. Sin embargo, aún no se comprenden totalmente las consecuencias clínicas de este fenómeno.

Una amenaza que no se descompone

Incluso si la producción de plásticos cesara de inmediato, los residuos existentes seguirían descomponiéndose en partículas más pequeñas durante décadas, aumentando la contaminación en el entorno. Según los autores, la magnitud de este problema global resulta preocupante por su alcance. "Esto no es algo que ocurre solo en ríos o océanos lejanos; es algo que ya está en casa, dentro de nosotros", expresó Campen en entrevista con CBS News.

¿Y ahora qué?

Por ahora, las preguntas superan a las respuestas. ¿Qué efectos tienen estos plásticos en enfermedades neurodegenerativas? ¿Cómo se pueden prevenir estas acumulaciones? Aunque se desconoce si un cerebro con menos microplásticos sería más saludable, el hallazgo despierta dudas sobre las implicaciones de esta nueva realidad.

Para Campen, la clave está en no ignorar lo que ya sabemos. "Todos estamos expuestos. No hay grupos de control sin microplásticos. Sin embargo, necesitamos acciones contundentes antes de que este problema escale más", concluyó en conversación con The Washington Post.

Lo que está claro es que la invasión plástica llegó hasta los rincones más protegidos de nuestro cuerpo. Quizás la información más devastadora sea también una alerta poderosa para repensar nuestras acciones frente a este material omnipresente.

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