La confrontación entre el gobierno federal y las ciudades santuario alcanza un punto crítico con consecuencias financieras reales. Nueva York ha gastado más de $6.9 mil millones en servicios para migrantes en tres años fiscales, mientras la administración Trump amenaza con cortar fondos federales a las jurisdicciones que no cooperen con ICE.
El contraste es llamativo: alcaldes demócratas que hace meses pedían ayuda federal por la crisis migratoria, ahora desafían abiertamente las políticas de deportación.
El costo de la resistencia. Las cifras dejan claro el dilema: ciudades como Minneapolis y Denver han optado por no cooperar con ICE mientras enfrentan déficits presupuestarios en aumento.
Nueva York proyecta necesitar $1.1 mil millones adicionales para cubrir gastos migratorios, mientras la amenaza de perder fondos del Departamento de Justicia añade más presión a economías locales que ya están al límite.
¿Principios o pragmatismo? La inmigración ilegal fue un tema clave en las elecciones de 2024, y el quiebre entre el liderazgo demócrata local y la percepción nacional es evidente. Mientras alcaldes como Eric Adams advierten que la situación es insostenible, otros, como Jacob Frey en Minneapolis y Phil Murphy en Nueva Jersey, insisten en mantener su postura desafiante.
La pregunta es cuánto tiempo más podrán sostenerla sin arriesgar la estabilidad fiscal de sus ciudades.