El auge de los vehículos eléctricos está trayendo consigo una sorpresa poco comentada: asegurarlos cuesta hasta un 25% más que un auto de combustión.
Las aseguradoras justifican el aumento por los elevados costos de reparación y el reemplazo de baterías de alto voltaje, que pueden costar decenas de miles de dólares.
Menos talleres, más complicaciones. Por muy obvio que suene, reparar un carro eléctrico no es como cambiar una bujía.
La falta de técnicos especializados y la escasez de repuestos están disparando las tarifas de reparación, y un simple choque puede afectar sensores y sistemas avanzados, elevando aún más los costos. Para las aseguradoras, esto significa primas más altas para cubrir el riesgo.
Hacia un seguro hecho a medida. El mercado se está ajustando. Tesla ya ofrece su propio seguro en algunos estados, mientras otras compañías exploran coberturas específicas para cargadores domésticos y baterías.
La tendencia apunta a pólizas más especializadas, con beneficios adicionales como protección contra fallos de software o ciberataques. Pero, por ahora, el precio de asegurar un EV sigue siendo una barrera más en la transición hacia la movilidad eléctrica.
