La fiebre de la great resignation parece haber quedado atrás. En 2024, solo 39.6 millones de trabajadores estadounidenses renunciaron a sus empleos, una caída del 11% respecto al año anterior y un 22% menos que en el punto más alto de 2022. En pocas palabras: la gente ya no está tan dispuesta a dejar su trabajo como antes. ¿La razón? Menos oportunidades y un mercado laboral más frío.
Hace apenas un par de años, encontrar un nuevo empleo era casi un juego de niños: había dos vacantes por cada trabajador desempleado. Pero ahora, esa proporción se ha reducido a 1.1 vacantes por cada persona sin empleo.
Lo que debes saber. Las empresas están contratando menos y enfocándose más en reducir costos que en expandirse. Aunque los despidos siguen siendo bajos, la mentalidad ha cambiado: en lugar de ofrecer salarios más altos para atraer talento, las compañías han optado por la cautela.
¿Por qué la gente está renunciando menos?
Varios factores están detrás de esta tendencia. Primero, los sectores que antes contrataban de manera agresiva, como la tecnología y el derecho, han reducido su ritmo de contratación.
Muchas empresas están apostando por la automatización en lugar de ampliar su personal. RTX (anteriormente Raytheon) es un ejemplo de esto, con inversiones en tecnología que reemplazan la necesidad de nuevos empleados.
Además, la incertidumbre económica ha hecho que los trabajadores piensen dos veces antes de arriesgarse a buscar algo nuevo.
Michael Distefano, director ejecutivo de la consultora Korn Ferry, lo resume bien: “Los últimos 18 a 24 meses han sido simplemente un malestar constante” para quienes buscan empleo, especialmente en el ámbito de los trabajos de oficina bien remunerados.
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¿Y ahora qué?
Para algunos economistas, el enfriamiento del mercado laboral no es motivo de alarma todavía. Guy Berger, del Burning Glass Institute, señala que el mercado laboral ha logrado enfriarse sin una ola masiva de despidos. Pero también advierte: “¿Puede durar para siempre? Probablemente no”.
Aunque la estabilidad laboral sigue presente, el panorama ha cambiado. Menos oportunidades significan que los trabajadores prefieren quedarse donde están en lugar de lanzarse a la incertidumbre. La era de la gran renuncia ha terminado, y ahora toca adaptarse a un mercado laboral más cauteloso.