El regreso de Trump a la Casa Blanca tenía a Wall Street soñando con una fiesta eterna de desregulación, fusiones millonarias y un mercado financiero bien optimista. Pero la realidad ha sido menos espectacular y más… complicada.
Enero, en lugar de traer la esperada oleada de acuerdos empresariales, resultó ser el mes más flojo en más de una década para las fusiones y adquisiciones.
Para empeorar las cosas, la administración ya dejó claro que no piensa dar vía libre a las megafusiones, como lo demostró al bloquear la compra de Juniper Networks por parte de Hewlett Packard.
Por otro lado, los bancos, que contaban con un respiro regulatorio, han tenido que enfrentar acusaciones de “debanking” por razones políticas, con Trump confrontando públicamente a los CEOs de JPMorgan y Bank of America. Para rematar, los gestores de fondos de inversión recibieron la sorpresa de que Trump quiere eliminar su exención fiscal más preciada, lo que podría costarles miles de millones en impuestos adicionales.
¿Y el mercado? Aunque las acciones bancarias han tenido un buen desempeño, la incertidumbre está afectando la confianza. Las tarifas comerciales aún son un misterio y nadie sabe si los costos de endeudamiento subirán o bajarán. Mientras tanto, los lobbies financieros han tenido que activar el modo crisis para defender sus intereses en Washington.
Más piedras en el camino
Menos fusiones, más trabas. Se esperaba que la administración Trump impulsara la actividad de fusiones y adquisiciones, pero enero registró el peor arranque en más de una década.
La Comisión Federal de Comercio bloqueó una fusión clave entre Hewlett Packard y Juniper Networks, enviando una señal clara: no habrá carta blanca para grandes acuerdos corporativos. La incertidumbre regulatoria está llevando a muchas empresas a pisar el freno en sus planes de expansión.
Los bancos en la mira. Trump confrontó en público a los CEOs de JPMorgan y Bank of America por presuntamente cerrar cuentas de clientes por razones políticas o por estar vinculados a las criptomonedas.
Aunque los bancos niegan las acusaciones, el tema ha escalado hasta el Congreso, donde incluso senadores como Elizabeth Warren han mostrado interés en regular el “debanking”. La industria financiera ahora teme nuevas normativas que puedan restringir su margen de maniobra.
La inesperada sorpresa para Wall Street
Adiós a un preciado beneficio fiscal. Trump sorprendió a Wall Street al proponer la eliminación de la exención fiscal de “carried interest”, que permite a los gestores de fondos pagar menos impuestos sobre sus ganancias.
Entre líneas. Este cambio podría costar miles de millones de dólares a la industria de capital privado y hedge funds. Los lobbies financieros están presionando para frenar la medida, argumentando que desincentivaría la inversión y perjudicaría la economía en el largo plazo.
El panorama no es completamente oscuro para Wall Street, pero sí mucho más incierto de lo que muchos esperaban. Aunque los grandes bancos han tenido un buen rendimiento en la bolsa, la falta de claridad sobre políticas clave como tarifas comerciales, impuestos y regulación financiera está generando dudas.
Los inversionistas siguen atentos a cómo evolucionarán las relaciones entre el gobierno y las grandes corporaciones, y si finalmente se impondrá un tono más favorable al mercado o si seguirán las sorpresas.
No es exactamente como lo esperaban
Trump 2.0 está resultando menos predecible de lo que Wall Street anticipaba. La promesa de un entorno financiero más relajado se ha visto empañada por bloqueos regulatorios, disputas políticas y amenazas fiscales.
Si bien las expectativas de crecimiento y desregulación aún no están muertas, la incertidumbre está pesando más de lo previsto.
La gran pregunta es si esta tendencia es pasajera o si marcará un cambio más profundo en la relación entre la Casa Blanca y el sector financiero. Lo único claro es que, por ahora, la luna de miel entre Wall Street y Trump no ha comenzado.