Usted jamás va a descubrir un judío en la puerta de su casa diciéndole “¿Tiene cinco minutos para que le hable de la Ley de Moisés?” Y esto se debe a que el Judaísmo es una religión que no hace ni fomenta el proselitismo (es decir, el intento por conseguir nuevos adeptos).
Si bien existen conversos al judaísmo, el proceso suele ser largo y exigente. Hay varias razones por las que no invitan a unirse a su religión:
- Concepción de pueblo elegido. Una de las razones principales es la creencia de que los judíos son el "pueblo elegido" por Dios. Esta idea no implica superioridad, sino más bien una responsabilidad y un compromiso especial con Dios y la Torá (ley judía). La tradición judía enseña que esta alianza es un pacto único entre Dios y los descendientes de Abraham, lo que limita la necesidad de buscar conversos.
- Énfasis en la tradición y la ley judía (Halajá). El judaísmo pone un gran énfasis en la observancia de la ley judía, que abarca una amplia gama de prácticas y rituales. El proceso de conversión es riguroso y requiere un estudio profundo de la Torá y la Halajá, así como un compromiso de por vida con la observancia de las leyes judías. Esto puede ser un desafío para aquellos que no han crecido dentro de la tradición.
- Historia de persecución y supervivencia. A lo largo de la historia, los judíos han enfrentado persecuciones y discriminación en muchas partes del mundo. Esta historia ha llevado a una cierta desconfianza hacia los extraños y a una necesidad de preservar la identidad judía. No buscar activamente conversos se considera una forma de proteger la comunidad y asegurar su continuidad.
- Importancia de la identidad judía. El judaísmo no se considera solo una religión, sino también una cultura y una identidad. La pertenencia al pueblo judío se transmite tradicionalmente por línea materna, lo que significa que los hijos de madres judías son considerados judíos desde su nacimiento. Esta conexión con la historia y la tradición judía refuerza la idea de que la identidad judía es algo que se hereda y se transmite de generación en generación.
- Aceptación de otras religiones. A pesar de no buscar conversos, el judaísmo no prohíbe ni condena a las personas que practican otras religiones. La tradición judía reconoce que existen diferentes caminos hacia Dios y que cada persona tiene derecho a elegir su propia fe.
