La orden ejecutiva de Trump que establece el inglés como idioma oficial ignora que 43 millones de estadounidenses hablan español como lengua principal, haciendo de EE.UU. el segundo país hispanohablante más grande del mundo después de México.
Como parte de la medida, la Casa Blanca eliminó su sitio web en español, enviando un mensaje que contrasta con el peso económico de esta comunidad, que aporta $2.3 billones a la economía estadounidense.
El español estaba aquí antes que el inglés. La presencia del español en EE.UU. no es una imposición moderna, sino parte de su historia fundacional. España estableció su primer asentamiento en Florida en 1565, casi 50 años antes que Jamestown, y el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, que definió gran parte del territorio actual del país, fue escrito en español e inglés.
A lo largo de los siglos, la diversidad lingüística ha sido parte de la identidad nacional, con la Constitución traducida a varios idiomas en 1787 para garantizar la participación ciudadana.
El doble discurso con el voto latino. El contraste es evidente: Trump promueve políticas que marginan el español mientras su campaña invierte millones en publicidad en español.
En 2024, logró un histórico 42% del voto latino, un reflejo de que su estrategia no es erradicar el idioma, sino instrumentalizarlo. Más allá de decretos ejecutivos, la demografía y la economía seguirán asegurando que el español sea parte central de la sociedad estadounidense, sin importar lo que dicte un papel.