Donald Trump regresó al Capitolio con el discurso más largo en la historia de una sesión conjunta del Congreso, marcando el tono de su segundo mandato. En solo seis semanas ha firmado cerca de 100 órdenes ejecutivas y realizado más de 400 acciones ejecutivas, acelerando una transformación radical del gobierno federal. Pero más allá de los aplausos de sus aliados y las críticas de la oposición, su discurso dejó claro que su presidencia seguirá siendo una batalla constante por el control institucional.
El poder ejecutivo se concentra
Una de las partes más esperadas fue la mención al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), encabezado por Elon Musk, con la promesa de reducir burocracia y aumentar la eficiencia del gobierno. Sin embargo, las demandas judiciales ya están en marcha, cuestionando la legalidad de los despidos masivos en agencias federales y la autoridad real de este nuevo departamento. Mientras Trump asegura que su administración está ahorrando miles de millones, los datos sobre ahorro y eficiencia aún no han sido verificados de manera independiente.
Un ejecutivo que no parece preocupado por los tribunales
Más allá de las promesas económicas y la retórica, lo que se está consolidando es un ejecutivo con cada vez menos frenos y más herramientas para ignorar obstáculos institucionales. Las cortes ya han bloqueado múltiples órdenes ejecutivas, pero todo indica que la Casa Blanca no tiene intención de esperar a que se resuelvan los litigios antes de avanzar. Al final, la ley es un papel, y en el mundo de Trump, el poder no está en lo que dicen los jueces, sino en quién tiene la capacidad real de imponer su visión del país.