Miles de vidas están en juego debido a los recortes de fondos de USAID destinados a programas clave contra la tuberculosis. Estas reducciones en el financiamiento, que sostenían iniciativas vitales en países de bajos ingresos, ya han provocado un alarmante aumento de muertes preventivas y nuevos casos de contagio. La batalla contra una enfermedad que parecía estar bajo control retrocede a pasos agigantados.
¿Qué pasó con los fondos?
Durante dos décadas, los programas cuya meta era prevenir y tratar la tuberculosis salvaron más de 79 millones de vidas. Pero este progreso se frenó en seco. Estados Unidos, que era el mayor donante bilateral y aportaba entre 200 y 250 millones de dólares al año, recortó sus contribuciones. Esto afectó a 18 países de bajos ingresos que dependían hasta en un 89% de ese dinero para sostener sus programas de TB, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los efectos ya son graves:
- Desde enero de 2025, los recortes generaron 3,600 muertes adicionales y 6,400 nuevos contagios, según la Stop TB Partnership.
- Países como Uganda despidieron a trabajadores de salud comunitarios claves, dejando a pacientes sin atención o sin siquiera saber que tienen la enfermedad.
“El dinero no llega. Hay gente muriendo porque no fue diagnosticada, tratada o prevenida”,
explicó el Dr. Luke Davis, de la Universidad de Yale.
El rebrote en Estados Unidos
Los casos de tuberculosis en Estados Unidos también aumentaron. En 2023, los CDC registraron más de 9,600 casos, un incremento de 16% respecto de 2022 y un 9% más que en 2019.
“No podemos cruzarnos de brazos. Estas enfermedades no respetan fronteras”, dijo Kenneth Castro, profesor en la Universidad de Emory, citado por NBC News. Añadió que personas expuestas al virus, ya sea por trabajo, viajes o misiones militares, regresan con la enfermedad y contribuyen a su propagación.
Un brote continuo en Kansas, que comenzó en 2024, ya generó 68 casos activos. La tuberculosis no solo afecta a los pulmones; puede extenderse a órganos vitales como el cerebro y los riñones si no se trata.
Servicios en crisis
Los recortes no solo dejaron a los programas sin personal. Muchas áreas clave colapsaron. Según la OMS, en países de ingresos bajos y medianos:
- Las cadenas de suministro de medicamentos dejaron de funcionar.
- Los laboratorios no reciben insumos necesarios, lo que paralizó pruebas de diagnóstico.
- Los sistemas de vigilancia son ineficientes, dejando de rastrear y tratar casos a tiempo.
Además, iniciativas innovadoras como clínicas móviles para diagnósticos o X-rays portátiles financiadas por USAID desaparecieron, dejando desatendidas a áreas rurales donde el acceso ya era limitado. "Sin un diagnóstico temprano y eficiente, la enfermedad sigue propagándose. Estamos viendo un retroceso enorme", comentó Davis.
La investigación en pausa
El impacto también llegó a la ciencia. Antes, USAID financiaba uno de cada tres proyectos dedicados a encontrar mejores tratamientos para la tuberculosis resistente a medicamentos. Ahora, más de 90% de estos ensayos clínicos se detuvieron.
“Esto no solo afecta a los países pobres. La innovación que genera nuevas terapias ayuda globalmente, incluso en EE. UU.”,
explicó Priya Shete, profesora en la Universidad de California, San Francisco.
El alto costo de medicamentos también se convirtió en barrera. El Global Drug Facility, que negociaba precios accesibles, perdió apoyo, complicando el acceso a tratamientos en comunidades necesitadas.
Sin apoyo, la tuberculosis cobra más víctimas
La OMS advirtió que esta crisis pone en riesgo su ambiciosa meta de reducir en 80% los casos de TB y en 90% las muertes para 2030. "Sin recursos sostenidos, millones pagarán el precio", dijo Tereza Kasaeva, directora de su programa global contra la tuberculosis.
La tuberculosis no discrimina y continúa afectando a millones. Este no es solo un tema de presupuestos; hablamos de vidas reales. Ver a pacientes sin la atención que necesitan debe ser una llamada de atención. Cada retraso en respuestas internacionales significa más muertes que pudieron evitarse. Tratar la tuberculosis no solo es una obligación sanitaria, sino un compromiso global por la humanidad.