El Departamento de Educación cerró temporalmente sus oficinas en Washington DC este miércoles, dejando bajo incertidumbre a más de 1,300 empleados. Este movimiento se alinea con el objetivo del presidente Donald Trump de reducir el tamaño del gobierno federal mediante la reducción o eliminación de ciertas agencias federales.
A medida que transcurría el 12 de marzo, los empleados fueron llegando a la sede, algunos se encontraron con una entrada cerrada, mientras que otros lograron acceder. Varios manifestaron afuera de la oficina.

Becky Pringle, presidenta de la Asociación Nacional de Educación, expresó a WTOP el abrumador sentimiento nacional, declarando: "Los educadores de todo el país están indignados", destacando la frustración colectiva entre los educadores de Estados Unidos.
Esta reestructuración, que forma parte de la iniciativa de Trump-Musk para la eficiencia del Gobierno, prevé reducir la plantilla del departamento de unos 4,133 a 2,183 empleados. Esta cifra incluye a más de 570 empleados que recientemente optaron por la dimisión voluntaria o la jubilación.
Los afectados comenzarán la baja administrativa el 21 de marzo, con continuidad salarial y prestaciones hasta el 9 de junio. Habrá opciones como indemnizaciones por despido o jubilación, dependiendo de la antigüedad de cada uno.
A pesar de estos cambios, los funcionarios del departamento aseguran que los programas críticos como la ayuda educativa federal y la supervisión de los préstamos estudiantiles, continuarán sin interrupción. Sin embargo, Pringle se pregunta si tales normas podrán mantenerse con casi la mitad de la plantilla.
Antes del anuncio de la secretaria de Educación, Linda McMahon, el martes, los partidarios se reunieron en solidaridad frente a la sede. Sin embargo, el miércoles se respiraba un ambiente apagado, carente del habitual bullicio de los empleados.
