La batalla contra el VIH en África enfrenta un retroceso grave tras los recortes abruptos de fondos estadounidenses. Millones de personas están en riesgo de perder acceso a medicamentos esenciales y servicios básicos de salud. Los efectos son devastadores y podrían durar años si no se toman medidas urgentes.
Impacto directo en millones de personas
En África viven 26 millones de personas con VIH. Muchas de ellas dependen de ayudas financiadas por Estados Unidos para recibir medicamentos que mantienen el virus bajo control. Según The Guardian, al menos el 83% de los programas de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) fueron cancelados desde el inicio de la administración Trump. Este recorte afecta tratamientos de prevención, entrega de antirretrovirales y programas de pruebas.
En países como Sudáfrica, algunos pacientes solo reciben medicinas para dos semanas en lugar de tres meses. UNICEF y UNAIDS reportaron que esta situación aumenta el riesgo de resistencia al tratamiento y la mortalidad.
Nuevas infecciones y acceso limitado
La falta de medicamentos y prevención causó un alza en las infecciones. Un estudio de amfAR indicó que 1,400 bebés podrían nacer infectados cada día debido a interrupciones en servicios clave. El acceso a pruebas también disminuyó. En Zimbabue, centros como los New Start, que proveían pruebas gratuitas, cerraron sus puertas, dejando a miles en incertidumbre sobre su estado de salud.
The Globe and Mail destacó que hasta 600,000 personas podrían morir en la próxima década en Sudáfrica por la falta de atención médica adecuada. Esta cifra refleja cómo los recortes afectan tanto la prevención como el tratamiento.
Programas afectados
Frentes clave de la lucha contra el VIH sufrieron cancelaciones severas. En Uganda, más de un tercio de las clínicas cerraron semanas después de la orden de detener trabajos. Además, el 92% de los servicios relacionados con violencia de género y el 94% de los seguimientos médicos fueron interrumpidos. Technology Review resaltó que estos programas no solo ayudaban con el VIH, sino también con otros problemas de salud esenciales como vacunas y enfermedades infecciosas.
En Eswatini, la Fundación Pediátrica Elizabeth Glaser detuvo tratamientos para más de 85,000 pacientes, incluidos 2,000 niños. Esto amenaza los avances logrados en prevenir la transmisión madre-bebé.
Medicinas racionadas y temor generalizado
El racionamiento regresó como una práctica común. En clínicas de África, las largas filas y la escasez de medicamentos generan pánico. Pacientes temen quedar sin antirretrovirales. "Queremos nuestros medicamentos ahora", reclamó un hombre en Zimbabue según The Globe and Mail. Este racionamiento recuerda las décadas anteriores, cuando el acceso era limitado solo para algunos.
Además, la comunidad médica sufre impactos graves. Miles de trabajadores de salud perdieron sus empleos. Esto hace que los servicios sean más difíciles de conseguir.
¿Un paso hacia la autosuficiencia?
El panorama parece sombrío, pero expertos ven espacio para innovaciones locales que reduzcan la dependencia extranjera. Nigeria ya planea producir antirretrovirales y pruebas localmente. La revista The Lancet resaltó que esta crisis podría impulsar un liderazgo africano en el manejo de su propia respuesta contra el VIH.
Sin embargo, cerrar esta brecha necesita voluntades políticas fuertes y financiamiento alternativo. Algunos gobiernos están priorizando el tratamiento, pero los grupos más vulnerables quedan al margen. UNAIDS alertó que las jóvenes, las minorías sexuales y otras poblaciones clave están siendo abandonadas.
Urgencia de acción global
El objetivo de acabar con el VIH para 2030 queda en peligro. Aunque sigue siendo alcanzable, las organizaciones de salud argumentan que los próximos meses serán decisivos. Restablecer la energía y el compromiso global que permitió llevar antirretrovirales al sur global es crucial.
Para muchos pacientes, el tiempo y los recursos se acaban. Sin una respuesta rápida, el retroceso será difícil de revertir. La Fundación Gates y el Fondo Mundial todavía mantienen algunos compromisos, pero los recursos no bastarán sin la colaboración entre gobiernos y sectores privados.
Salvar vidas, prevenir infecciones y asegurar un tratamiento continuo es un desafío que no puede esperar.