La empresa que popularizó las pruebas de ADN caseras se enfrenta a su momento más crítico. 23andMe inició un proceso de quiebra mientras más de 7 millones de usuarios ya vieron su información comprometida en un hackeo reciente. La renuncia de su CEO y cofundadora Anne Wojcicki deja a la compañía sin rumbo claro justo cuando más se cuestiona su manejo de datos sensibles.
Autoridades instan a borrar los datos antes de que cambien de manos. El Attorney General de California, Rob Bonta, emitió una alerta pidiendo a los usuarios que eliminen su información genética y soliciten la destrucción de cualquier muestra almacenada.
Aunque la empresa afirma que no cambiará su política de manejo de datos, expertos en derecho advierten que, en una quiebra, los activos —incluidos los perfiles genéticos— pueden ser vendidos sin consentimiento claro.
Tu ADN no es un dato más: el vacío legal que queda expuesto. El caso 23andMe refleja un problema estructural: los términos de servicio permiten al nuevo propietario cambiar las reglas del juego si introduce “términos materialmente diferentes”.
Distinto a tu contraseña en X, tu ADN no se puede reemplazar. Esta crisis deja en evidencia la necesidad urgente de una regulación federal que trate la información genética con el nivel de protección que merece.