Skip to content

Adolescencia: la crianza y la culpa se desnudan en este thriller de Netflix

Una mirada íntima a la adolescencia y el impacto de la relación entre padres e hijos en la salud mental juvenil.

Foto: El Tiempo Latino.

¿Qué harías si un grupo armado irrumpiera en tu casa buscando a tu hijo de 13 años, acusándolo de asesinato? Es una pregunta que nadie quiere imaginar, pero que se convierte en el punto de partida de Adolescencia, el nuevo thriller británico de Netflix que no solo nos sumerge en una trama desgarradora, sino que también nos obliga a reflexionar sobre temas urgentes: la paternidad, el machismo y el impacto de las conductas online en los adolescentes.

Filmada en un impresionante plano secuencia que nos hace sentir parte de la historia, la serie no busca resolver un misterio de "quién lo hizo", sino explorar el "por qué". A través de los ojos de los adultos que rodean al protagonista, Adolescencia nos lleva a cuestionar cómo las dinámicas familiares, las redes sociales y las ideologías tóxicas pueden moldear la vida de un joven hasta llevarlo al límite.

Con actuaciones memorables y un guion que no teme abordar las emociones más crudas, esta serie se convierte en un espejo de nuestra sociedad, donde las preguntas más difíciles no siempre tienen respuestas claras.

Adolescencia expone lo incomprendido de la juventud

Stephen Graham, guionista de la serie y quien da vida al papá del protagonista, se basó en una serie de agresiones con arma blanca en el Reino Unido para el relato. Los agresores eran niños jóvenes, y las víctimas, chicas.  Este trasfondo real dota a Adolescencia de una autenticidad que trasciende el género de thriller. No es una historia que busque resolver el enigma de "quién lo hizo", sino desentrañar el más doloroso "por qué".

La trama se desarrolla a través de los ojos de los adultos que rodean a Jamie: sus padres, interpretados por Graham y Christine Tremarco; la psicóloga Briony (Erin Doherty), encargada de evaluarlo; y el detective Luke Bascombe (Ashley Walters), quien, además del caso, lidia con su propia relación tensa con su hijo adolescente.

La serie plantea de forma desgarradora pautas para tratar de sugerir respuestas a la pregunta de por qué un adolescente puede llegar a este extremo. Y lo hace tanto describiendo las emociones de los padres en el último capítulo, con un diálogo crudísimo entre ambos en el que sobrevuela la culpa, la crianza y termina con: "tendríamos que haber hecho más".

El desarrollo del personaje principal junto a la actuación de Owen Cooper es exquisito. Jamie, pese a su apariencia frágil e inofensiva, va revelando rasgos oscuros a lo largo de la serie. En un principio, su culpabilidad es puesta en duda, pero luego su historial en internet ofrece pistas inquietantes.

Adolescencia no pretende absolver responsabilidades, pero sí plantea una pregunta crucial para cualquier familia: ¿estamos comprendiendo a los adolescentes desde su realidad o desde lo que esperamos de ellos?

El papel de las redes sociales

Las redes sociales, lejos de ser solo entretenimiento, se cuelan en los rincones más privados, amplificando las inseguridades de los adolescentes. En Adolescencia, Jamie es el reflejo perfecto de cómo estas plataformas pueden absorber a los jóvenes en un torbellino de discursos tóxicos y bullying que no termina cuando llega a casa. Antes, cerrar la puerta bastaba para escapar, hoy, un mensaje o notificación los sigue hasta el último rincón, dejando marcas que no son visibles, pero pesan.

Lo que en Jamie inicia como aislamiento en un mundo digital cargado de rechazo y hostilidad, avanza hasta desconectarlo de sí mismo y de quienes pueden ayudarlo. ¿La solución? Para la psicóloga Celinés Castillo D’ Imperio, psicoanalista con 25 años de trayectoria, no se trata de apagar el WiFi ni de imponer reglas sin sentido, sino de entender su mundo, escuchar sin juzgar y dialogar, estas pueden marcar la diferencia entre desconexión y verdadera conexión.

Entender su mundo, el reto de ser padres

¿Qué significa un emoji realmente? Preguntas como esta dejan claro lo lejos que pueden estar padres e hijos hoy. La serie lo retrata a la perfección cuando el detective Bascombe cree tener una pista sólida gracias a los mensajes de Jamie, pero es su propio hijo quien le explica que los símbolos no significan lo que él cree. Descifrar el lenguaje adolescente, al parecer, requiere algo más que intuición.

El vacío entre generaciones no es solo una exageración dramática. Según el informe State of American Men 2023, dos tercios de los jóvenes entre 18 y 23 años sienten que “nadie realmente los conoce”. Esto refleja una fragilidad en sus conexiones y relaciones personales.

Esta fractura comienza en la adolescencia, justo cuando los jóvenes empiezan a aislarse, buscando su propia identidad. “El adolescente busca a sus pares, a sus amigos, antes que a sus padres”, señala Celinés. Y con razón. Es su forma de romper con las reglas para entender quiénes son realmente. 

Pero esta distancia no siempre queda en lo básico. Cuando un adolescente se encierra en su cuarto, se refugia en videojuegos o pasa horas en redes sociales, la desconexión puede convertirse en un problema grave. Celinés alerta que este aislamiento extremo puede llegar a volverse adictivo, creando una ruptura emocional que es difícil de reparar.  La conexión no es solo vigilancia, es interacción genuina. ¿Qué tan dispuestos estamos a escucharlos, sin prejuzgar?

Celinés Castillo D’ Imperio, psicóloga clínica y psicoanalista con más de 25 años de experiencia. Miembro titular de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis y colaboradora en actividades docentes y postgrados.

Celinés ofrece consultas privadas, incluyendo sesiones online, enfocándose en terapia de pareja y procesos individuales. Un espacio para reflexionar y trabajar en el bienestar emocional. Foto: Celinés Castillo.

Señales de advertencia

¿Cómo saber si algo anda mal? Los adolescentes no siempre lo dicen con palabras, pero el cambio está en su comportamiento. Para los padres, la clave es simple pero difícil de lograr: estar atentos. Cambios en el hábito de sueño, tristeza constante, rechazo al colegio…

Celinés subraya que estos comportamientos pueden ser máscaras de heridas emocionales más profundas. "Los pequeños gestos de indiferencia o exigirles ser adultos antes de tiempo también dejan sus cicatrices", asegura ella. Detectar estas señales no significa sobreproteger, sino entender que son un grito silencioso de ayuda.

Redefiniendo los traumas

Cuando pensamos en “traumas”, imaginamos grandes tragedias, como guerras o abusos severos. Pero Celinés invita a ampliar esa definición. Los traumas no siempre son eventos catastróficos, sino que también existen los más sutiles, recurrentes y casi invisibles, especialmente en la infancia. Esos, dice, pueden ser igual de dañinos.

El caso de Jamie lo ilustra perfectamente. A simple vista, tenía una vida normal. Sus padres eran buenos, no había episodios dramáticos que explicaran su sufrimiento. Sin embargo, ahí estaba, mostrando que el dolor no siempre viene acompañado de grandes titulares.

Esas heridas no nacen de un solo golpe, sino de pequeñas fisuras que pasan desapercibidas. Crecer con padres que no reconocen la individualidad de sus hijos o ser empujado a comportarse como un adulto antes de tiempo son ejemplos claros. Para una mente infantil, aún en construcción, estas experiencias, aunque sutiles, son difíciles de procesar.

Celinés asegura que el verdadero problema es el efecto acumulativo. Esas “pequeñas ausencias” emocionales, esas desconexiones aparentemente insignificantes, van formando una carga invisible que el niño llevará consigo a la adultez. Muchas inseguridades de hoy podrían rastrearse hasta esos eventos que no parecían importar en su momento.

El rol de los padres: responsabilidad y culpa

En especial, el tercer capítulo, desarrollado íntegramente en la prisión juvenil donde Jamie espera su juicio, muestra su evolución de niño tímido a joven desafiante y agresivo. Desde la perspectiva de Graham, este estilo narrativo refuerza el impacto de la historia. “A veces culpamos a los padres. Pero, ¿y si no es culpa de ellos?”, reflexionó. Él quiso reflejar una paternidad común, la que llega tarde a casa, la que no es violenta, pero que, aún así, pierde. El corazón de esta idea es incómodo: por mucho que lo intenten, a veces los padres no están listos para abordar el caos emocional y digital de sus hijos.

Celinés lanza el dardo directo al centro: “Cuidarlos y poner límites no alcanza”. Los padres están convencidos de que las reglas son suficientes, pero sin verdadera conexión, terminan tan a la deriva como los mismos adolescentes. ¿La clave? Preguntar, escuchar, entrar en su mundo. Es ahí donde comienzan a salir a la luz las señales que, de otra manera, pasarían de largo.

Aunque la serie resuelve el misterio tras el crimen, deja en el aire una pregunta más profunda y universal: ¿realmente entendemos lo que les ocurre a los adolescentes hoy? Celinés tiene un consejo también para ellos:

“No se puede vivir culpando a los padres eternamente. La verdadera madurez está en elegir qué de ellos nos impulsa y soltar lo que nos frena”.

Esta es una serie que no solo invita a mirar el presente de los jóvenes, sino a sacudir las certezas de los adultos. Es una advertencia y un llamado, todo en un solo golpe.

Adolescencia, un punto de partida hacia la introspección y el cambio

No es ningún secreto que hablar de emociones a veces parece más difícil que resolver una ecuación complicada. Para muchos, la idea de ir a terapia aún genera resistencia, por prejuicios, desinformación o simple miedo a mirarse demasiado de cerca. Pero ahí es donde los materiales fílmicos, como series y películas, se convierten en aliados inesperados. ¿Quién diría que una buena historia podría funcionar como un espejo para el alma?

Celinés lo explica con claridad. Las tramas no solo entretienen, también permiten que el espectador se identifique con los conflictos de los personajes, pero con una ventaja importante: no tienen que admitir que les pasa lo mismo. “Esto no me sucede a mí, para nada… es el personaje quien tiene problemas”. Y ahí, sin darse cuenta, comienza la magia de la introspección.

Los cineforos psicoanalíticos aprovechan este fenómeno. Más que una simple charla sobre una película o serie, son espacios donde los profesionales, como Celinés y sus colegas, profundizan en los mensajes que a veces se esconden en los guiones. Se analiza cómo el inconsciente se cuela en las historias y cómo estos relatos pueden ayudar a las personas a entender sus propios procesos internos.

Celinés ha llevado esta práctica a las redes sociales, organizando cine foros en su cuenta de Instagram, @PsicodelNortealSur. Estos eventos no solo invitan al análisis colectivo, sino también a la prevención. Al ver el reflejo de sus experiencias en los personajes, las personas pueden identificar conflictos que tal vez tenían escondidos o negados. Es una forma de abrir los ojos, afinar la observación y, en algunos casos, incluso tomar medidas antes de que los problemas se agraven.

En uno de sus próximos cine foros, Celinés estará acompañada por dos psicoanalistas de vasta experiencia, la doctora Auxi Scarano y la doctora Esther Mateo, todas psicoanalistas de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis, que forma parte de la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA). Juntas, desmenuzarán esta serie, explorando desde los temas más emocionales hasta los detalles más complejos, todo mientras interactúan con el público en vivo, responden sus preguntas y les ayudan a digerir las emociones que afloran.

Porque al final, no todo es cuestión de resolver un misterio en pantalla, sino de empezar a resolver los propios. Identificarnos con un personaje no solo nos libera de admitir en voz alta “esto me pasa a mí”, sino que abre un camino para entendernos mejor, para tender puentes con quienes amamos y para darle espacio a nuestras emociones.

En Adolescencia, los personajes nos recuerdan que las grandes historias también se cuentan en las pequeñas fisuras de nuestras relaciones, en esos silencios que piden empatía y atención. Lo que esta serie pone sobre la mesa no solo toca el corazón, sino que nos empuja a prevenir, a reparar y a conectar. A través de sus escenas, surgen lecciones que invitan a observar con más detenimiento, a escuchar más profundamente y a estar presentes, incluso en medio de los desafíos.

Así que, la próxima vez que mires Adolescencia y sientas un nudo en la garganta, pregúntate qué estás viendo reflejado en ella. ¿Qué mensajes te transmite? ¿Qué relaciones o emociones te genera? Tal vez, sin darte cuenta, ya has comenzado ese camino hacia la introspección, hacia conectar mejor contigo mismo y con quienes te rodean. Porque al final, las respuestas que buscamos en pantalla son sólo una invitación a buscar más profundamente en nuestra propia historia. ¿Y si hoy empezamos a escribirla con más intención?

Últimas Noticias