Seamos francos, todos hemos criticado a Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos. Más de uno lo ha llamado “conspiranoico” por sus ideas raras sobre Wi-Fi, vacunas y hasta tiroteos escolares. Pero entre todas esas cosas que nos hacen fruncir el ceño, también hay otras que nos hacen asentir en silencio. Y sí, aunque cueste admitirlo, algunas parecen tener sentido. ¿Qué ha hecho este hombre para que, incluso con su historial polémico, muchos digan “espera, eso de ahí no está tan mal”?
Guerra contra “Big Food” y “Big Pharma”
Te lo pongo así, Kennedy declaró guerra contra “Big Food” y “Big Pharma”. Ha criticado cómo los gigantes alimenticios y farmacéuticos prefieren llenar sus bolsillos en lugar de preocuparse por nuestra salud. Y esto no es un disparate considerando datos recientes. En 2020, Estados Unidos dedicó un 19.7% de su PIB a salud, un récord impulsado por la pandemia, según el análisis de Ignacio Riesgo. Aunque en 2021 la cifra bajó al 16.6%, como reportó Statista, sigue siendo el mayor porcentaje entre los países desarrollados. Esto dibuja un panorama en el que gastar más no necesariamente significa estar más sanos. ¿Tiene razón? Bueno, es difícil discutir con esos números.
Y no solo dice, también actúa. Su agenda, “Make America Healthy Again” o MAHA (sí, una versión de MAGA, pero para la salud), busca cambiar la relación entre las corporaciones, nuestro plato y, finalmente, nuestra salud.
Uno de sus frentes más directos ha sido contra los ultraprocesados. Criticó a productos icónicos como los Froot Loops, famosos en miles de desayunos pero cargados de colores artificiales y toneladas de azúcar. Y no se quedó ahí. Cuestionó también el uso de grasas industriales en alimentos, esas que convierten unas papas fritas en algo más cercano a plástico que a comida.
Fórmulas más saludables para los más pequeños
Kennedy puso el foco en algo que asusta a cualquiera que quiera lo mejor para sus hijos: las fórmulas infantiles. En un evento reciente de la Casa Blanca, reunió a activistas, entre ellas Vani Hari, conocida como “The Food Babe”. Lo que salió de ahí fue una propuesta para fórmulas infantiles más saludables, sin los montones de azúcar que tienen las opciones actuales en EEUU. Según The New York Times, Kennedy pregunta algo muy razonable, “¿Si Europa tiene estándares más altos, por qué no podemos hacer lo mismo aquí?”. No es un mensaje complicado, ¿acaso eso no suena razonable?
Comer bien, un lujo que no debería serlo
Kennedy no solo le grita a la comida rápida, también va tras políticas que perpetúan la mala alimentación. Propone reformar los cupones SNAP, ese programa de ayuda alimentaria que, en su opinión, ha alimentado la epidemia de obesidad ofreciendo solo opciones ultraprocesadas. Si nos preguntas, esto es sentido común. ¿Qué tal si el gobierno apoyara fruta fresca más que snacks llenos de químicos?
Según The New York Times, Kennedy ve esto como el primer paso de su agenda MAHA. Y a su manera, ha encontrado eco entre quienes buscan un cambio real en nuestra forma de comer, vivir y, claro, sobrevivir a este sistema actual.
Menos anuncios, más salud
Ahora, segurísimo has visto uno de esos anuncios de medicamentos en TV con música inspiradora seguida de una lista interminable de efectos secundarios. Bueno, Kennedy propone eliminarlos por completo. Kennedy cuestiona cómo estos comerciales convierten enfermedades en oportunidades de mercado. ¿El resultado? Medicamentos básicos a precios inalcanzables.
Según NPR, su punto es claro y directo: “¿Por qué dejamos que las farmacéuticas conviertan nuestra salud en un mercado de ventas directas?”. Es un argumento difícil de ignorar, especialmente cuando estas mismas empresas son las que fijan precios altísimos a medicamentos básicos. También pide revisar las relaciones turbias entre reguladores y las farmacéuticas para evitar conflictos de interés. Llamarlo conspiranoico es fácil, pero, si somos honestos, ¿no querrías más transparencia en algo tan vital como la salud?
Las locuras que no ayudan
Ahora, sería complicado defender todo lo que dice Kennedy. Ahí está su idea de que el Wi-Fi causa daño cerebral o aquello de que ciertos medicamentos están transformando a los niños en transgénero (sí, lo dijo). Estas salidas de tono hacen que sea fácil ignorar lo bueno detrás de su discurso. No ayuda tampoco su historial anticiencia. Su obsesión con las vacunas, por ejemplo, podría abrir la puerta a brotes de enfermedades infecciosas controladas, como señaló el Dr. Barry Popkin, citado en NPR. (Más con el brote de sarampión que enfrentamos en estos momentos). Este tema sensible le genera aplausos, sí, pero también mucha alarma.
Ahora bien, su crítica al exceso de vacunas en Estados Unidos versus otros países tiene cierto eco. En Social Science Space, expertos mencionan que eso de agregar más y más vacunas sin revisar bien costo-beneficio también sería un tema que vale la pena analizar. No todo es blanco o negro, ¿no?
Un tipo que conecta
Pero aquí está lo que de verdad importa. Kennedy tiene un estilo que conecta. Dice lo que la gente quiere escuchar, les habla al oído sobre teorías antiestablishment, les ofrece soluciones que suenan reales. Y en un país tan polarizado, eso importa. Según NPR, su campaña MAHA ha logrado algo peculiar: unir a liberales decepcionados y a seguidores de Trump bajo un mismo estandarte. Todos contra las élites corporativas.
El asesor político Calley Means contó en el mismo artículo que el tema de desmantelar intereses corporativos resuena en ambos extremos políticos. Dijo algo clave: “Este movimiento toca algo espiritual; las personas necesitan soluciones que realmente cambien su realidad”. Y en ese punto, Kennedy lo está logrando.
Kennedy: ¿genio o desastre?
Te confieso algo, Kennedy nos tiene a todos en intriga. No sabemos si será el hombre que reforme la salud pública de forma histórica o si terminará siendo solo otro político atrapado en un sistema atascado. The Washington Post lo describió como “un cóctel peligroso de ideas geniales y teorías absurdas”. Pero una cosa no se le puede negar, nos está obligando a hablar de temas que por mucho tiempo se ignoraron (obesidad, la corrupción en la industria y las prioridades en salud pública).
Tal vez no sea el político perfecto, pero en un sistema tan roto, incluso las voces polémicas tienen su lugar. Nos guste o no, Robert F. Kennedy Jr. está haciendo que todos pongamos atención. Quién sabe, tal vez eso era justo lo que necesitábamos.