Dicen que el cuerpo humano es un templo, pero en Estados Unidos es más bien una sucursal pública donde jueces y políticos creen tener la última palabra. Desde que Roe v. Wade cayó, millones de mujeres están atrapadas en un sistema que no es solo injusto, sino francamente aterrador. ¿El aborto? Demonizado. ¿Las decisiones médicas? Cuestionadas. ¿El colmo? Ahora incluso los embriones se tratan como ciudadanos de primera. Si creías que la ciencia ficción no tenía cabida fuera de las pantallas, te vamos a demostrar lo contrario.
El aborto en EEUU: de derecho a crimen
El aborto en Estados Unidos tiene más historia de la que algunos quisieran admitir. En los primeros años de la nación, eran las mujeres, junto con parteras y curanderas, quienes administraban los cuidados reproductivos, incluido el aborto, que era legal hasta el “quickening” (el momento en que se percibía movimiento fetal). Pero en 1857, la Asociación Médica Americana (AMA) irrumpió en escena con un objetivo claro: monopolizar la práctica de la medicina en un momento en el que las mujeres y las comunidades indígenas aún lideraban gran parte de los cuidados de salud.
Según Planned Parenthood y Johns Hopkins, la AMA no estaba interesada en proteger la salud pública o en una preocupación genuina por la seguridad de las pacientes. Más bien, buscó erigir barreras legales para desplazar a las parteras y otros proveedores comunitarios, quienes no formaban parte de su círculo médico “formal”. En el proceso, se apalancaron en prejuicios culturales y religiosos para pintar al aborto como una amenaza moral, además de comenzar a categorizar al feto como una “vida que debía protegerse”. Para 1910, el aborto estaba prohibido en casi todo el país.
Sin embargo, esta criminalización no resolvió nada, las mujeres no dejaron de buscar abortos. Lo único que cambió fue que ahora lo hacían en la clandestinidad, con un aumento drástico en riesgos de muerte por procedimientos inseguros y poco regulados.
En 1973 llegó un punto de inflexión con Roe v. Wade, que garantizó el derecho al aborto como un derecho constitucional, estableciendo un hito en la autonomía corporal. Pero esta victoria nunca quedó intacta.
El día que Roe v. Wade cayó
Si el sistema médico ya nos ignora y nos pone en riesgo, la caída de Roe v Wade fue un golpe que dejó a millones de mujeres aún más vulnerables. Oriana Gonzalez, reportera de NOTUS con una destacada trayectoria cubriendo temas de salud reproductiva, recuerda este día como si fuera ayer. Bueno, más bien, la osadía que fue cubrir la noticia para Axios, donde trabajaba antes. Era un viernes a las 10:00 am, tenía COVID-19, con una fiebre que apenas la dejaba pensar. Refrescaba compulsivamente la página web de la Corte Suprema, esperando el veredicto, hasta que finalmente llegó.
Después de leer el anuncio al derecho y al revés (literalmente empezó por el final para asegurarse de que era real), publicó el artículo y se quedó en silencio. La Corte Suprema había anulado Roe v Wade, el caso histórico de 1973 que garantizó el derecho al aborto a nivel federal. El 24 de junio de 2022, Roe v Wade cayó. Desde entonces, el panorama del aborto en Estados Unidos ha cambiado drásticamente.
“Para ese momento, casi la mitad de los estados en el país ya habían implementado algún tipo de restricción importante al aborto”, explica Oriana. En el mapa actual, la disparidad es palpable. Lo que antes era un derecho garantizado ahora depende por completo de dónde vivas, haciendo aún más visible la desigualdad en el acceso a servicios esenciales.
Acceso al aborto en EEUU 2025
- 14 estados han prohibido el aborto casi por completo.
- 6 estados tienen restricciones severas, como límites de semanas o requisitos adicionales.
- En contraste, 20 estados y Washington D.C. protegen el acceso al aborto, incluso ampliando derechos.
Pero algunos estados decidieron ser más creativos con su arsenal antiaborto. Según un informe de la revista TIME, al menos 10 están considerando hacer de tu decisión algo digno de un juicio penal. Usando el concepto de "fetal personhood" como su nueva arma, buscan que los embriones sean tratados como ciudadanos con derechos. ¿Qué significa esto? Que hasta decidir sobre la fertilización in vitro (IVF) podría convertirse en un campo minado legal. Entre los protagonistas de este teatro absurdo están Texas, Georgia e Indiana, empeñados en que cualquier aborto o manejo de embriones sea tratado casi como homicidio. Y no, no es broma.
Restricciones al aborto: ¿qué está en juego?
Desde que anularon Roe v Wade, las restricciones al aborto no solo han limitado derechos, sino que han desatado una serie de consecuencias que afectan directamente la salud y el bienestar de millones de mujeres. ¿El resultado? Un panorama que parece sacado de un manual de desigualdad: más nacimientos forzados, más complicaciones médicas y más barreras para las comunidades que ya enfrentan obstáculos.
Primero, los números:
- En los estados con prohibiciones estrictas, los nacimientos han aumentado un 10% desde 2022.
- Pero, aquí viene el giro: las tasas de mortalidad infantil también subieron, en algunos casos hasta un 3% más.
¿Y quiénes cargan con el mayor peso de estas políticas? Las comunidades más vulnerables. Las mujeres latinas, por ejemplo, enfrentan un combo explosivo de barreras:
- 1 de cada 3 latinas vive en estados con las leyes más restrictivas.
- Muchas no tienen acceso a transporte, enfrentan costos médicos inalcanzables y, como si fuera poco, lidian con un sistema que las ignora.
Esto no es solo un problema de salud, es un problema de justicia social. Las mujeres que no pueden acceder a un aborto tienen un cuatro veces mayor riesgo de caer en la pobreza. Y no, no es solo una cuestión de "decisiones personales". Es un sistema que perpetúa desigualdades y deja a las mujeres sin opciones reales.
El impacto del aborto: cuerpo, mente y emociones
El aborto no es solo un procedimiento médico, es una experiencia que puede transformar vidas en múltiples niveles. Desde lo físico hasta lo emocional, las consecuencias varían tanto como las historias de quienes lo viven.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando se realiza de forma segura, es un procedimiento médico con riesgos mínimos. Pero en contextos donde el acceso es limitado, las consecuencias pueden ser devastadoras: infecciones, hemorragias e incluso la muerte son riesgos reales de los abortos inseguros.
En el plano emocional, las experiencias son tan diversas como las mujeres que las viven. Algunas sienten alivio y control sobre sus vidas, mientras que otras enfrentan tristeza, ansiedad o culpa, especialmente si no cuentan con apoyo adecuado. Cleveland Clinic señala que estas emociones son normales y que el acceso a consejería puede ser clave para procesarlas.
Pero el impacto no termina ahí. Según el Guttmacher Institute, las restricciones al aborto perpetúan desigualdades económicas y sociales. Las mujeres que no pueden acceder a un aborto tienen más probabilidades de:
- Caer en la pobreza.
- Abandonar sus estudios o trabajos.
- Enfrentar barreras para avanzar profesionalmente.
En definitiva, el aborto no es solo una decisión médica, es un reflejo de las condiciones sociales, económicas y políticas que rodean a las mujeres.
My body, my choice: pero, ¿el feto también tiene opinión?
¿Qué tanto del "my body, my choice" es verdad? Porque, seamos honestas, ni siquiera cuando hablamos de nuestro propio cuerpo se nos permite tomar una decisión sin que alguien más meta su cuchara. Y claro, aquí entra el feto, que, según algunos (cof cof, republicanos), tiene más derechos que la mujer que lo lleva dentro.
El concepto de "fetal personhood", adoptado con entusiasmo por legisladores antiaborto, ha llevado a que incluso algunas leyes traten los abortos como homicidios y empujen agendas que criminalizan tanto a pacientes como a médicos. Este debate no solo es ético o político, también tiene consecuencias directas en la salud de las mujeres. ¿Qué pasa con las complicaciones médicas, los embarazos de alto riesgo o el impacto psicológico de no poder decidir?
Fertilización In Vitro (IVF): ¿Un derecho en disputa?
La Fertilización In Vitro (IVF), ese invento milagroso que promete a las mujeres un bebé en un frasco de laboratorio (con un precio igual de escandaloso), ahora lidia con una nueva dolencia cortesía de las leyes antiaborto. Estas leyes, que explican las definiciones legales de "feto" y "persona", ya están complicando la IVF. Alabama, por ejemplo, ya considera a los embriones de fertilización in vitro como "personas legales". Sí, leíste bien, personas.
Destruir embriones no utilizados ahora podría ser visto como asesinato. Y mientras los legisladores se entretienen restringiendo derechos, la salud reproductiva de las mujeres sigue quedando como una nota al pie.
Oriana González, señaló que los demócratas predijeron cómo estas leyes antiaborto podían desbordarse hacia terrenos donde ni siquiera hay útero involucrado. Y los republicanos, como era de esperarse, bloquearon cualquier intento de proteger la IVF. ¿Qué más hay de nuevo?
Mientras tanto, Trump, cual vendedor de sueños, saltó al ruedo con su apoyo a la IVF y su promesa de que los seguros privados o el gobierno deberían cubrirla. Suena bien en un mitin, pero como nos recuerda Oriana, sin el Congreso eso no pasa de ser un deseo bonito. Las probabilidades de que esta idea vea la luz son tan escasas como un ciclo de IVF a precio de descuento.
Hablemos claro: con costos entre $12,000 y $25,000 por ciclo, la IVF sigue siendo un privilegio de las ricas. Para las demás, es como mirar un menú caro sin poder pedir ni el agua. Y así se perpetúa este espectáculo donde las decisiones más íntimas de salud se debaten entre jueces y políticos mientras las mujeres siguen siendo piezas en un juego que nunca controlan.
En definitiva, las restricciones al aborto y los intentos de imponer el concepto de "fetal personhood" no solo comprometen derechos fundamentales, sino que también reducen el acceso a servicios esenciales de salud para millones de mujeres. Estas decisiones políticas afectan directamente nuestra capacidad de acceder a un sistema sanitario que debería amparar, no discriminar. La salud no es un lujo ni un tema debatible, es un derecho universal que exige garantías sólidas y una defensa constante.