A los 25 años, Deyna Castellanos tomó una decisión que dice más de su carácter que cualquier gol. La estrella venezolana de los Portland Thorns decidió no unirse a la Vinotinto en los últimos amistosos, y esta vez no fue por lesiones o descanso. El clamor de su país quedó apagado por el temor a no poder volver a Estados Unidos, país donde juega y reside. Sin embargo, el tema va más allá de visas y protocolos migratorios. Deyna dejó claro que, aunque ama su bandera, no siempre ha sido feliz en su selección.
Entre el miedo y su carrera en EEUU
“La incertidumbre de viajar y no saber si podré regresar es aterradora”, confesó a NBC Los Angeles. Deyna optó por quedarse en Estados Unidos. El endurecimiento de las restricciones de viaje bajo la administración de Donald Trump convirtió lo que debería ser un viaje de orgullo en una ruleta rusa administrativa. No fue la única afectada. Cuatro jugadoras de Zambia en la NWSL también quedaron fuera de convocatorias por motivos similares, como señaló The Associated Press.
Pero para Deyna, este panorama no es algo nuevo. Ella lleva años mezclando talento con sacrificios y tensiones que pocos conocen. Representar a Venezuela en competiciones internacionales es su mayor orgullo, pero la falta de garantías laborales la obligó a elegir a Estados Unidos como su punto fijo. “Fue muy triste no ir con la selección, pero estoy enfocada en seguir jugando aquí”, afirmó.
Deyna Castellanos #BAONPDX
— Phuoc Nguyen (Fook Win) ✍️ (@Phuocerman) April 9, 2025
"Don't know when I'll be safe to travel."
"The uncertainty of like, 'yeah, I can go home, but not knowing if I can come back' is something that is very scary, not just for me but players across the league."
"It was very sad I couldn't go with 🇻🇪 NT." pic.twitter.com/r4ZqCcxvRa
¿Falta de visas o de felicidad?
En un podcast reciente, We Are Brave, Deyna no solo dejó entrever la presión migratoria, también reveló que en la Vinotinto las cosas no son tan lindas como parecen. “Amo mi país, pero no soy feliz en la selección”, confesó sin tapujos. Peleas internas, un cuerpo técnico problemático y maltratos empañaron años de carrera que deberían haberse sentido épicos. “He vivido situaciones complicadas desde los 12 años”, aseguró la máxima goleadora histórica de la Vinotinto, según el medio venezolano El Pitazo.
Sus declaraciones sacudieron a los aficionados, quienes no esperaban escuchar que estar en la selección nacional se había convertido en un calvario para alguien como Deyna, considerada una referente latinoamericana. “Lo que se vende afuera no es igual de bonito por dentro”, agregó la atacante, apuntando a un ambiente tóxico que no se percibía desde el exterior.
“𝗟𝗔 𝗦𝗘𝗟𝗘𝗖𝗖𝗜𝗢́𝗡 𝗡𝗢 𝗘𝗦 𝗨𝗡 𝗟𝗨𝗚𝗔𝗥 𝗘𝗡 𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 𝗬𝗢 𝗦𝗘𝗔 𝗥𝗘𝗔𝗟𝗠𝗘𝗡𝗧𝗘 𝗙𝗘𝗟𝗜𝗭”
— El Mundo es un Balón (@elmundounbalon) February 10, 2025
🗣️ Palabras de Deyna Castellanos sobre La Vinotinto Femenina para el podcast “We Are Brave”. pic.twitter.com/5OeZrFh3FY
La NWSL al rescate
Mientras el humo político dificulta el futuro de las jugadoras, la NWSL intenta apagar incendios. La comisionada Jessica Berman prometió trabajar con FIFA y otros organismos para garantizar que las atletas puedan competir sin trabas internacionales. Desde restricciones migratorias hasta preocupaciones políticas en sus países de origen, las jugadoras extranjeras como Deyna llevan en sus hombros barreras que sus pares estadounidenses no conocen.
Por otro lado, compañeras como Quinn, mediocampista canadiense de la NWSL, decidieron cambiar de liga por razones similares. Quinn, quien ahora juega profesionalmente en Canadá, admitió que la turbulencia política en Estados Unidos influyó en su decisión.
Deyna Castellanos entre dos mundos
Desde sus inicios, Deyna Castellanos ha sido una figura que impacta dentro y fuera de la cancha. Su cambio de clubes, desde el Atlético de Madrid y el Manchester City hasta la NWSL, demostró su capacidad para moverse entre ligas de élite. Pero su constante ha sido el compromiso con el fútbol y con Venezuela, aunque ambas cosas a veces no se lleven bien.
Regresar a la selección sigue en sus planes, pero bajo qué condiciones es otra historia. Entre visas, tensiones internas y el deseo de seguir construyendo una carrera sólida en la NWSL, Deyna enfrenta decisiones que la colocan en una posición complicada. Como ella misma lo describe, lleva “amar a su país” como una segunda naturaleza, pero a veces ese amor también implica mirar desde lejos para proteger su carrera profesional.
Su prioridad ahora es clara: seguir creciendo, entrenando y conquistando Estados Unidos, aunque el eco de los estadios venezolanos la siga llamando. Las jugadoras como Deyna tienen un pie en cada lado de la línea, pero incluso cuando no hay respuestas claras, ella sigue marcando camino.