La volatilidad desatada por la política comercial de EEUU encendió una alarma inesperada: la fiabilidad de los bonos del Tesoro está en duda. En un mercado de $28.6 billones que suele ser símbolo de estabilidad, el vaivén reciente —con caída simultánea de bonos, acciones y dólar— sugiere algo más profundo: una pérdida de confianza estructural. Y si los bonos dejan de ser refugio, lo que está en juego no es menor.
Señales que preocupan. El desplome del dólar frente a monedas de economías también afectadas por aranceles —como el euro, el yen o el franco suizo— rompe con toda lógica habitual en momentos de tensión global.
Para colmo, un indicador clave de confianza futura en el dólar, las reversiones de riesgo a un año, se volvió negativo por primera vez desde 2019.
En lenguaje financiero: algunos inversores creen que el billete verde perderá atractivo, incluso en su papel como refugio global.
Más que volatilidad, es una advertencia. El Congreso amenaza con agravar el déficit mientras se debate una medida para castigar a los tenedores extranjeros de deuda. Todo esto huele a crisis de confianza.
No es inflación ni tipos de interés lo que inquieta, sino la credibilidad misma del sistema financiero estadounidense. Si el dólar empieza a perder su rol de moneda de reserva, el daño sería sistémico. La reacción de los inversores en los últimos días no fue caprichosa. Fue un mensaje.