La agencia Moody's Investors Service bajó la calificación crediticia del Distrito de Columbia de Aaa a Aa1 y asignó una perspectiva "negativa". La agencia atribuyó este ajuste a problemas económicos que afectan el desarrollo local como las reducciones del gasto federal y la disminución de la mano de obra federal.
En 2018, Washington D.C. consiguió la máxima calificación Aaa de Moody's, pero en marzo surgieron preocupaciones cuando Moody's, junto con Fitch Ratings y S&P Global Ratings, colocó a D.C. en una lista de vigilancia.
Según Moody's, “la perspectiva negativa refleja la mayor probabilidad de mayores recortes en el gasto federal y la fuerza laboral y la decadencia del mercado inmobiliario comercial del Distrito, así como el alto grado de incertidumbre con respecto a los cambios en la política del gobierno federal”.
La repercusión inmediata de la rebaja de la calificación es un aumento de los costes de endeudamiento para el D.C., un reto que surge precisamente cuando los recursos financieros son esenciales. La ciudad se enfrenta a la posible pérdida de unos 40,000 empleos federales, que representan alrededor del 21% de la mano de obra federal, lo que amenaza la estabilidad fiscal de la que ha disfrutado D.C. gracias a la presencia federal.
Glen Lee, director financiero de Washington D.C., declaró a WTOP que la rebaja de la calificación no significa fallos en la gobernanza o la gestión fiscal del Distrito. Por el contrario, es el resultado de cuestiones más amplias relacionadas con las decisiones sobre la plantilla federal y las reducciones de gastos que escapan al control de la ciudad.
En la actualidad, Washington D.C. navega por una tensión financiera interna, lidiando con un recorte presupuestario de 400 millones de dólares derivado de decisiones federales. El Senado ha puesto en marcha medidas para restablecer el presupuesto del año fiscal de D.C., pero la Cámara aún no ha tomado una decisión definitiva.