La reciente pelea entre Amazon y la Casa Blanca no nació por una rebaja, sino por una idea que nunca se implementó. Según Punchbowl News, Amazon habría pensado en mostrar cuánto suben los precios por culpa de los aranceles.
Eso bastó para que Karoline Leavitt, vocera de Trump, sacara un artículo viejo de Reuters como quien saca trapos sucios en una cena familiar. Acusó a Amazon de “hostile and political”, y eso que ni siquiera actualizaron el carrito.
Cuando la narrativa duele. Mostrar el impacto real de los aranceles podría ponerle cifras incómodas a la narrativa de “castigar a China”. En 2023, un estudio del Peterson Institute reveló que los consumidores estadounidenses terminan pagando casi todos los sobrecostos arancelarios. Para muestra un botón de Shein.
Amazon, que coqueteó con esa transparencia solo en su plataforma Haul —una especie de Temu para americanos—, puso el dedo en la llaga: el problema no fue la medida, sino el espejo sobre la promesa trumpista.
¿Libre mercado… de verdades? El mismo Trump levantó el teléfono y llamó a Jeff Bezos para quejarse por los planes de mostrar los aranceles. Bezos, según el expresidente, fue “muy amable” y resolvió todo “muy rápido”.
Qué eficiente. Pero esta disputa no trata solo de precios o etiquetas, sino de quién se atreve a desmentir al presidente. Si las tarifas son el corazón del plan económico de Trump, ponerles precio visible es como imprimirle subtítulos a un truco de magia. Amazon reculó rápido, pero la chispa está encendida.