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Bowser busca derogar la Iniciativa 82 en DC

Con la Iniciativa 82, los salarios de los trabajadores con propinas pasarían de $5.35 por hora en 2022 a $17 por hora para 2027.

Muchos empleados con propinas trabajan no solo en restaurantes, sino también en salones de belleza y estacionamientos. | Foto: RDNE Stock project/Pexels.

La alcaldesa Muriel Bowser lanzó una propuesta que generó un debate intenso en Washington, DC: la derogación de la polémica Iniciativa 82. Este cambio en la ley eliminaría el aumento gradual en el salario de los trabajadores con propinas, quienes, según la iniciativa, alcanzarían el salario mínimo general en 2027. Esta medida busca aliviar la presión económica sobre los negocios locales y evitar más cierres, según anunció la propia Bowser el lunes en una conferencia de prensa.

¿Qué es la Iniciativa 82?

En 2022, un 73% de los votantes en DC aprobó la medida. Con la Iniciativa 82, los salarios de los trabajadores con propinas pasarían de $5.35 por hora en 2022 a $17 por hora para 2027, igualando el salario mínimo de los empleados que no reciben propinas. Este aumento ya se encuentra en marcha. NBC Washington informó que actualmente, el pago por hora llegó a $10, un cambio que, según la alcaldesa y sectores empresariales, pone en riesgo la viabilidad de muchos negocios. 

Shawn Townsend, presidente de la Asociación de Restaurantes de Washington Metropolitano, explicó que "los restaurantes están cerrando a un ritmo de 1.5 por semana. Necesitamos detener esta sangría". Durante 2024, DC registró 74 cierres de restaurantes, una cifra que, según él, está ligada directamente al aumento de costos laborales. 

Los efectos en los trabajadores y negocios

La Unión de Trabajadores de la Hospitalidad UNITE HERE Local 25 rechazó la propuesta de Bowser. Su representante, Paul Schwalb, calificó la medida como "un retroceso que meterá la mano en el bolsillo de los trabajadores". Muchos empleados con propinas trabajan no solo en restaurantes, sino también en salones de belleza y estacionamientos, sectores donde dependen de estos aumentos para mejorar su calidad de vida.

Por otro lado, propietarios de pequeños negocios, como Tony Tomelden, dueño de The Pug, compartieron su preocupación por las subidas salariales. Tomelden comentó a WUSA9 que, si este año los salarios suben otra vez, "tendré que despedir empleados; no quiero hacerlo porque he tenido el mismo equipo por años".

El cierre de restaurantes populares como Sticky Rice y Haikan en los últimos meses también refleja el impacto económico. Ambos negocios mencionaron la Iniciativa 82 como uno de los factores clave en sus cierres, junto con los altos costos de operación. 

Voces de la comunidad

Amy Weinberg, votante y residente, defendió la importancia de escuchar a los ciudadanos: "Si la gente votó por esto, hay que respetar su voz". Este sentimiento contrasta con las opiniones de quienes consideran que la situación económica actual es distinta a la de hace tres años, cuando la mayoría votó a favor de la medida.

La alcaldesa Muriel Bowser explicó que la decisión busca proteger a los pequeños negocios en un contexto financiero complicado. "Actuar como si estuviéramos en las mismas condiciones de hace tres años sería negligente", declaró en su anuncio.

Soluciones y futuro

Los críticos de la derogación señalan que la verdadera solución está en aplicar sanciones más duras contra empleadores abusivos en lugar de anular la medida. "En lugar de destruir todo el sistema, necesitamos más vigilancia y castigos para los empleadores que no cumplen", sugirió Tomelden.

La alcaldesa planea incluir la revocación de la iniciativa en su propuesta presupuestaria para 2026, que debe pasar por el Consejo de DC antes de hacerse efectiva. Este tema promete encender debates entre trabajadores, empresarios y políticos en las próximas semanas. 

La discusión sobre la Ley 82 refleja un tema más amplio en la relación entre trabajadores y empresas en DC, donde la estabilidad laboral y la viabilidad económica parecen seguir en una balanza difícil de equilibrar. Mientras tanto, los ciudadanos y los líderes locales deberán decidir qué pesa más entre las promesas de progreso laboral y los desafíos de mantener abiertos los negocios que hacen vibrar a la ciudad.

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